Peor parado incluso que el propio Fernando Martín, expulsado con cajas destempladas por sus compañeros de junta directiva, ha salido de la penúltima crisis madridista el vicepresidente deportivo del club, Emilio Butragueño, alias "el corcho". El "buitre" ha heredado, ahora como directivo profesional, aquella habilidad suya que le convirtió en uno de los futbolistas más reconocidos de su generación: el regate. En diciembre del año 2000, nada más conocerse la incorporación de Butragueño al equipo directivo del club merengue, concluía así mi artículo de Libertad Digital: "Veremos si sus regates sobre la moqueta están a la altura de las circunstancias". Si lo que requieren las actuales circunstancias es la supervivencia a cualquier precio, los regates del "buitre" en los despachos no sólo han estado a la altura de los realizados en su etapa como jugador sino que han dejado en mantillas a Pelé, Maradona, Kubala, Puskas y Zidane, los cinco juntos.
Ya extrañó la solitaria y complicada situación de Butragueño. Se sabía que Otero Lastres, fiel a Martín desde el principio, no daría su brazo a torcer. Y causó extrañeza, insisto, la ubicación, en clarísima minoría, del "buitre" respaldando la gestión del presidente. Independientemente de los sainetes que hubiera podido protagonizar F.M., aquello demostraba que Emilio tenía sus propias ideas al respecto. Equivocado o no, Butragueño prefería colocarse en el bando perdedor antes que traicionarse a sí mismo. Caería, sí, pero lo haría con la cabeza bien alta. Se equivocaría, pero se equivocaría él.