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Shere Hite tendría que ir pensando en escribir "Sexo y Deporte". La liebre saltó cuando, hace un par de meses, los responsables de la Liga polaca de baloncesto femenino solicitaron a las jugadoras que acortaran y ciñeran más sus pantalones. Wieslaw Zych, presidente del campeonato, invitaba a "descubrir un poco sus bellas piernas" a las baloncestistas, so pretexto de un giro espectacular en las últimas tendencias de la moda deportiva. La televisión polaca, poseedora en exclusiva de los derechos de transmisión de la Liga, había exigido un poco de "picante" para aumentar la audiencia. Como ejemplo, los partidos de voley playa. Aquello, para mister Zych, sí que había supuesto una auténtica revolución, y no la de Robespierre.

En el subconsciente de los directivos polacos se encontraría, a buen seguro, la imagen de "Lolita" Kournikova. A nadie, y menos que a nadie a ella misma, le importa el drive o su golpe de revés, aquel lob que falló por milímetros o el passing shot con el que superó a Martina Hingis, y que le dio el punto decisivo del partido. Anna es una exhibicionista nata, y no sé hasta que punto esa tendencia suya le hará finalmente daño a ese deporte. La rusa es dueña de sus actos, pero tendemos (nosotros, terminado en os) a identificar peligrosamente a todas las deportistas con Kournikova. Y no es así. No señor.

Maurizia Cacciatori, bellísima (espero que no se enfade conmigo, pero es una evidencia) jugadora de voleibol del Bérgamo, acaba de poner contra las cuerdas a la RAI. El otro día estalló ante la insistencia de un cámara por escudriñarla de cintura para abajo con su objetivo. Paró el partido y se dirigió al periodista: "usted se marcha por mirón". El debate, desde entonces, se ha recrudecido y extendido a la calle. Ellas exigen un mínimo de privacidad, pero Giovanni Bruno, director de deportes de la televisión pública italiana, advierte que muchas jugadoras señalan la estrategia con las manos y los dedos tras la espalda. La reacción de Cacciatori no afecta a una televisión local o un programa sin importancia, sino a la todopoderosa RAI.

No vi el plano y, por tanto, no puedo opinar. Pero sí deducir. Hasta 40 millones de pesetas pagan ahora mismo las revistas por un desnudo integral de Maurizia, por lo que se puede concluir que sí existía un transfondo sexual. Por mucho que quisiera no podría ponerme en el lugar de una mujer (no soy Antonio Gala), pero sí sé que me molestaría que una cámara de televisión me enfocara a la entrepierna mientras hago un programa de radio. He visto una fotografía de Maurizia Cacciatori, abatida tras perder con Alemania en los Juegos de Sydney. Habría que ser ciego para no darse cuenta de que es una mujer preciosa. Una mujer preciosa que merece respeto. Si es de audiencia de lo que hablamos, le propongo al señor Zych y a sus amigos de la tele polaca que se pongan unas falditas y hagan de animadoras en los descansos. O eso, o que inviten a Matamoros y Lecquio a un partido.

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