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Hubo algunas cosas que me llamaron la atención del partido disputado en Old Trafford. Dicen que la junta directiva extraordinaria del Barcelona se alargó hasta el final del encuentro... ¿Por qué? Si el Real Madrid hubiera caído eliminado podría haberse impuesto la tesis de continuar al frente del club. El falaz argumento habría sido más o menos el siguiente: "ellos también han perdido... ¿Por qué no le piden que dimita a Florentino si tampoco ha conseguido nada?". Los datos aseguran que 8.100.000 personas siguieron el partido a través de la televisión. De todos ellos sólo veinte –justo los de la directiva culé– no se dieron cuenta a los quince minutos de que el Real Madrid se clasificaría para las semifinales de la Champions League... ¡Vaya tropa!

La transmisión televisiva también tuvo tela. Cuando el partido estaba más vibrante al realizador de turno –"por orden del señor alcalde se hace saber..."– no se le ocurrió otra que pasar reiteradamente un letrerito que decía esto: "En breve Sara Montiel se someterá a la máquina de la verdad en el show de Flo"... ¿Dónde estaba la noticia? ¡Si por lo menos se hubiera divorciado del cubano!

Franz Beckenbauer y el propio Alex Ferguson coinciden a la hora de afirmar que será muy difícil impedir que el Real Madrid no conquiste su décima Copa de Europa. El alemán no pudo hacer nada para evitarlo, pero al inglés se le achaca –y bien achacado– que sentara a David Beckham durante más de sesenta minutos. Luego, cuando salió al campo, se convirtió de largo en el mejor de los "reds". "Sólo hay un Beckham", le cantaban los aficionados en el "teatro de los sueños". Efectivamente sólo hay uno en el mundo que le pegue con semejante dureza y plasticidad al balón y, según indican todos los datos, jugará el próximo año en el Real Madrid al lado de otros futbolistas únicos en su especie.

Por otro lado, y como indicaba la teoría futbolística, el de Old Trafford sí fue el partido de Ronaldo. Con espacio y libertad de movimientos el "gordo" se mostró letal y los seguidores del Manchester le despidieron con dos minutos de aplausos. Si no le pidieron un "bis" fue seguramente porque aquello ya habría rayado el masoquismo. Ronaldo gana partidos, de igual modo que lo hace Iker Casillas. Tres paradones del portero madridista impidieron que tuviéramos que echar cuentas ("¿Cómo quedaron en Madrid?") y lograron que su equipo respirara tranquilo. Ahora espera la Juventus de Turín, otro de los equipos que juegan hacia atrás como los cangrejos. Pero esa es otra historia.

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