Gaspart no hace otra cosa que examinar al trasluz la papeleta de Serra Ferrer, su primer entrenador maldito; en la casilla de "cese" no sabe el presidente culé si se encuentra ante una "puerta colgante", una "puerta batiente" o un triple chad, desechada ya la posibilidad de que estemos ante una "papeleta preñada", de esas que tienen una ligera protuberancia sin haber sido perforada del todo.
Si en Estados Unidos los jueces andan a la caza y captura de los minúsculos restos de cartulina en las papeletas de voto, en el Barça (que en la cosa esta del fútbol es toda una potencia), los "84 de Joan" tienen que elegir entre el republicano Ferrer y el demócrata Rexach, entre la mano de hierro del mallorquín y el "savoir faire" del alumno aventajado del tulipán Cruyff. Cualquiera de los dos será al final una solución de emergencia, un parche, un remiendo en el ecuador de la temporada; en cualquiera de los casos, un nuevo fracaso.
Por eso, sin las "gafas de ver", con los ojos chinescos de quien se esfuerza por vislumbrar algo positivo, Gaspart lee y relee la papeleta de Serra Ferrer, la ojea y la reojea, del derecho y del revés, asesorado por sus 84 hombres y mujeres de confianza (¡que ya es tener confianza en las personas y en la humanidad!)
En los Estados Unidos puede que se sepa algo sobre el presidente en los próximos días; en el Barcelona tampoco podrá ir para largo si los resultados no llegan, con o sin "chad", con o sin "papeletas preñadas". La fe de Gaspart no es ciega, y el proyecto que representa Serra Ferrer se tambalea sin que aparezcan candidatos que quieran apuntalarlo voluntariamente. Es más una cuestión de imagen, de no dar su brazo a torcer, que de creencia en una idea que parece agotada a los tres meses de ponerse en funcionamiento.
Algunos dicen (y empiezan a ser mayoría silenciosa) que entre el republicano Ferrer y el demócrata Rexach con quien se quedan de verdad es con el "Clinton azulgrana", con Johan Cruyff. Pero ya es tarde.
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