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Fernando Fernán Gómez comentaba, en tono claramente jocoso, que le gustaría poder ir siempre al cine acompañado por un crítico: "Es que hay algunas películas que no las entiendo; así, con el crítico a mi lado podría saber a cada momento qué quería decir el director en tal o cual escena". Era un obus irónico lanzado directamente a la línea de flotación de los compañeros que se dedican a la crítica cinematográfica. Un ataque con clase al que sólo cabría responder con un "touché, don Fernando". Echo de menos ese retintín, con dirección de ida y vuelta, entre los críticos deportivos. Existe mucha loa injustificada, demasiada "ola" al amiguete, al "tronquito". Pondré un ejemplo.

Habrá que explicar primero que, dependiendo del personaje que vaya a ofrecer la rueda de prensa, uno deberá ir convenientemente ataviado. Si es Luis Aragonés quien va a hablar, aquello puede ser Armagedón y por lo tanto se debería portar armadura de cota de malla y yelmo de los que usaban en las Cruzadas. El otro día, a un periodista se le ocurrió preguntarle a Luis por las "rotaciones". No es que el "palabro" en cuestión me subyugue, pero todo el mundo comprende lo que significa; todos, menos Luis. Aragonés no entendía el término "rotación", como tampoco "lateral largo", "palo largo" o "asistencia" que, según él mismo aclaró, "se daba con la mano, mientras que el pase se daba con el pie". ¡Ohhh!... Sencillamente espectacular.

Lo peor del caso es que por la noche, en Tele 5, dos periodistas definieron aquella evidente salida de pata de banco de Luis como "otra genialidad del sabio de Hortaleza". Es curiosísimo porque a la conclusión del partido de Copa del Rey disputado contra el Rayo Vallecano, Luis dijo, refiriéndose a la eliminación del Atlético de Madrid, lo siguiente: "el torneo del K.O. es así"... ¿K.O.? No lo entiendo. ¿Es que acaso el K.O. no se logra con la mano y es un término boxístico? Hilando fino y teniendo en cuenta idéntico baremo de genialidad aplicado por los amigos de Luis, yo también sería un genio. No es así, simplemente sucede que esta mañana me levanté queriendo buscarle los tres pies al gato. Y, ¡eureka!, se los encontré.

Tendremos que rejuvenecernos, don Luis. Yo tampoco entendía muy bien lo de la "dupla" y el "tridente" y aquí estoy, a la fuerza ahorcan. Mucho más ahora que la Real Academia de la Lengua Española acaba de aceptar la entrada en nuestro diccionario de palabras como "flipar", "currante", o "tropecientos". Cualquier día darán oficialidad a "palo largo" ¿y entonces, qué? Eso se cura con un buen lifting idiomático.

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