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Me parece muy curioso que en las "listas-fin de siglo" que se han elaborado sobre los mejores jugadores de los últimos cien años no haya entrado Garrincha. Creo que el brasileño ha sido una víctima del desconocimiento, o de la ausencia de memoria. O de ambas, que todo es posible. Por lo que me cuentan y por lo que he podido ver (reconozco que mucho más de lo primero que de lo segundo, pero las "fuentes" son absolutamente fiables) el brasileño podía haber competido con total fiabilidad con los Maradona o Pelé de turno.

Muchos aseguran tajantemente que a Manuel dos Santos (apodado Garrincha -"pajarillo"- porque siempre andaba imitando su sonido) le hizo grande una malformación de nacimiento: tenía las dos piernas torcidas, y aquello le convirtió en el genuino maestro del dribling. Escondía el balón como nadie, y siempre fue un portento técnico. El delantero brasileño acabó siendo, como tantos otros, un "juguete roto" de su época. A Mané le pudieron el alcohol y las mujeres (tuvo trece hijos conocidos) y acabó en la más absoluta de las pobrezas. Es probable que no fuera un ejemplo para nadie sin un balón en los pies, pero era una sensación cuando lo controlaba dentro de un terreno de juego.

Ahora quieren llevar la vida de Garrincha al teatro. El próximo 10 de enero se estrenará en el teatro Odeón de París la obra "Monsieur Armand dit Garrincha". Habrá muchas vivencias de Garrincha que se quedarán fuera del Odeón. Por ejemplo la más sufrida, la de sus últimos días, agonizando atado a su cama y pidiéndole a Milton Santos que le soltara para irse juntos a pegarle patadas a un balón. Por todo ello, y sobre todo por la habilidad para convertir en artístico cualquiera de sus movimientos físicos, ha picado mi curiosidad el hecho de que ni siquiera se haya hablado estos días de Manuel dos Santos, la estrella solitaria. Sin haberle conocido sí me atrevo a asegurar que a Garrincha tampoco le hubiera gustado la FIFA de Havelange. El era un amante de la vida, de los trajes caros, del vino y las mujeres. Y del fútbol.

Pensándolo bien, no está nada mal que el homenaje le llegue en un teatro.

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