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Guardiola lleva un mes jugando en el Brescia y ya ha tenido tiempo más que suficiente para señalar a su jugador preferido del "calcio". ¿Será Totti, explosivo candidato a la bota de oro? ¿El artístico Del Piero quizás? ¿El impenetrable Nesta, oscuro y perdurable objeto de deseo madridista? En absoluto. Guardiola se queda con Eugenio Corini, veterano capitán del Chievo, sorprendente líder de la serie A italiana. Para Pep habría resultado muy sencillo apostar por cualquiera de esos cracks con página web propia, y sin embargo ha visto el fútbol como si estuviera cómodamente sentado en el palco y ha elegido a Corini. ¿Por qué? ¿Qué ha visto en él? La fe, la misma que mueve montañas y que ha sido capaz de agitar al Inter, la Juve o el Milán, los caudillos de toda la vida.

Eugenio Corini sobrevivirá, seguramente, gracias a la fe que tiene en sus propias posibilidades. De lo contrario no podríamos entender su tourné por Piacenza, Brescia, Nápoles, Sampdoria y Juventus hasta llegar, hace tres temporadas, a un club de barrio (3.600 vecinos y 4.500 socios) de la ciudad de Verona. El "5" nacido en Bagnolo Mella que, al contrario de lo que suele ser tradicional en este juego, ha ido adelantando parsimoniosamente su posición sobre el terreno de juego, es uno de los fijos del veterano Luigi del Neri, el hombre milagro del líder de la Liga italiana.

La fe de Corini es un reflejo de la que tiene su compañero Maurizio D'Angelo, el otro capo del vestuario, transferida al tiempo por su entrenador que, a su vez, la adquirió del pastelero Luca Campedelli, jovial artesano del dulce navideño conocido como panetone, y jovencísimo presidente del Chievo. Sin fe sería imposible explicar el éxito de un equipo fundado en 1929 y cuya mayor gesta, excepción hecha de la actual, consistió en lograr el ascenso a Segunda División en la temporada 1993-94.

Lo más divertido del caso es que dicha fe ha empezado a rebosar las redacciones, agnósticas y reacias a los milagros deportivos. La prensa comienza a manejar seriamente la posibilidad de que, por primera vez en la historia, un equipo llegue y bese el santo de la Liga. Fue fe, por tanto, lo que detectó Guardiola en el capitán Corini. Y acertó. Yo creo en este Chievo.

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