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Cuentan que un buen día,Luis Milla llamó al despacho de Johan Cruyff para decirle que tenía un ofertón del Real Madrid encima de la mesa. "Buena suerte, Luis" le dijo el holandés, y para sustituirle sacó entonces del equipo filial a un tal Pep Guardiola que después hizo historia en el Barcelona. Corrían buenos tiempos entonces para el equipo catalán porque el club lo controlaba –desde el punto de vista deportivo– alguien que sabía de qué estaba hablando. Milla era consciente de que aunque el "grifo económico" estaba en poder de Núñez, quien daba el visto bueno era Cruyff. Era aquella época culé gloriosa en la que el presidente confiaba ciegamente y dejaba trabajar en paz al entrenador holandés. Luego cambió (para mal) todo.

¿Qué es lo único que no hizo nunca Cruyff?... Sermonear a los jugadores. Luis Milla había recibido lo que él pensaba que era para él una mejor oferta profesional. Cruyff nunca le puso como ejemplo a otros futbolistas sino que le deseó suerte y –como tenía un método de trabajo con miras mucho más amplias– subió del equipo filial a Guardiola. Luego la historia de Milla fue la que fue, mientras que la de Guardiola no hay que explicarla demasiado.

Ahora con el "caso Portillo", Jorge Valdano –admirador de Cruyff– ha tratado de aplicar el mismo método pero se ha equivocado de medio a medio. Primero colocándole al chaval a Raúl como ejemplo, un ejemplo ciertamente ventajista porque él es consciente de que Raúl sólo hay uno y es único e inigualable. Y segundo estableciendo una suerte de "escalafón militar" ("primero va Hierro"...) a la hora de revisar los distintos casos. No me extraña que ahora Portillo –a quien hicieron firmar en su momento un contrato ciertamente ridículo– se pregunte lo siguiente: "¿Qué soy yo, Zidane o Pavón?".

Aunque Valdano declare "caso cerrado", lo cierto es que hay caso y sigue con las puertas abiertas de par en par. A pesar de que el director deportivo del Real Madrid quiera marcar el "tempo" de la negociación, en el negocio del fútbol también impera la ley de la oferta y la demanda. ¿Qué es lo que más demanda tiene en el fútbol? El gol. ¿Quién marca goles? Portillo. A lo mejor Valdano no quiere intervenir en la campaña electoral del Barcelona, (hay quien dice que algún precandidato quiere convertir a Portillo en su Luis Figo), pero igual Lluis Bassat sí quiere hacerlo en las elecciones madridistas de 2004 quitándoles a Portillo. En abril, Herminio Menéndez –representante de Portillo– piensa pedir doscientos millones de pesetas al año para su representado. Ahí quiero ver yo a don Jorge Valdano. Y esto no es salsa rosa. Por no ser, ni siquiera es salsa mayonesa.

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