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En un magnífico librito de Francois Truffaut titulado "El cine según Hitchcock" (Alianza Editorial), el mago del suspense explica de la siguiente forma lo que es para él un "Mac Guffin": Es posible imaginarse una conversación entre dos hombres que viajan en un tren. Uno le dice al otro: "¿Qué es ese paquete que ha colocado en la red?" Y el otro contesta: "Oh, es un Mac Guffin" Entonces el primero vuelve a preguntar: "¿Qué es un Mac Guffin?" Y el otro: "Pues un aparato para atrapar a los leones en las montañas Adirondak". El primero exclama entonces: "¡Pero si no hay leones en las Adirondaks!" A lo que contesta el segundo: "En ese caso, no es un Mac Guffin". El Mac Guffin es un rodeo, un truco. El Mac Guffin no es nada.

Joan Gaspart tiene que haberse visto las obras completas de don Alfredo porque no hace otra cosa que sacar un Mac Guffin detrás de otro. De la Peña –que ahora explota y reconoce que le engañaron– fue un Mac Guffin. Alfonso, contratado para desviar la atención tras la fuga de Figo al Real Madrid, fue otro Mac Guffin. Lorenzo Serra Ferrer fue un enorme Mac Guffin y ahora lo es también su sucesor en el cargo, Carlos Rexach. Podríamos decir que la interminable junta de consenso fue el más increíble de todos los Mac Guffin y tanta parafernalia, tanta chamba y tanta bambarria amenazan ahora con pasarle una impagable factura al chiripero Gaspart.

El estado de debilidad manifiesta del club catalán me recuerda mucho al Real Madrid de otras épocas. Entran ganas de contratarles un asesor deportivo o alguien medianamente sensato. Este martes pasará a los anales más negros del barcelonismo: mientras el contraanálisis ratificaba el positivo de Frank de Boer, Gaspart decía públicamente que su entrenador para el futuro era Rexach (no han encontrado otro) y Rexach manifestaba, casi al mismo tiempo, justo todo lo contrario. Entretanto, explosiones de varios jugadores y castigo de cuatro partidos para Luis Enrique.

Aseguran que ya está hecho lo de Riquelme (otro Mac Guffin) y que quieren fichar a Saviola (ídem de ídem). Los dos son magníficos jugadores pero ¿los necesita realmente el equipo? Lo que falta en el Barcelona es justo de lo que andan sobrados en el Real Madrid: una idea de club, sea cual sea; una sola voz, una única filosofía. En este Barcelona el "bla, bla, bla" es continuo y el pobre Gabriel Masfurroll tiene que estar reinterpretando la realidad a cada paso.

En la NASA están orgullosos porque cuando alguien le pregunta a la señora de la limpieza cuál es su misión, ella responde: "trabajo para llevar un cohete hasta la luna". En el Fútbol Club Barcelona, Gaspart trabaja para Gaspart, Fernández lo hace para Fernández y Castells para Castells. ¿Y el cohete? En el hangar de Cabo Cañaveral. Lo piensa pilotar Mac Guffin. Un día de estos.

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