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¡Que empiece la función! La televisión ha convertido la práctica del fútbol en un teatro universal con escenario en todos los domicilios del mundo. Sabedores de ello, los “actores” sacan partido para reivindicar sus derechos, recordar a familiares y amigos o, simplemente, provocar al público presente en el estadio y también al telespectador con una “butifarra” o una “peineta”. El “ojo que todo lo ve” se encarga de repetir las imágenes para luego poder reinterpretarlas. Por un simple gesto, un futbolista puede pasar de héroe a villano para el resto de su carrera profesional. Si no fueran a sudar, seguro que los jugadores saldrían maquillados al campo.

Aquel famoso “tocamiento” de Michel a Valderrama pudo originarle un serio problema al centrocampista del Real Madrid; nunca fue excesivamente querido fuera del estadio Santiago Bernabéu y, a partir de aquella escena, en todos los campos de España dudaron burlonamente de la tendencia sexual del futbolista madrileño. Otro gesto suyo, al marcharse del campo debido a las injustas críticas del público, pudo costarle algo más que una sanción por parte del club. Existen ademanes solidarios, como el de Emilio Amavisca apuntando con su dedo índice al cielo tras marcar un gol, recordando así al amigo muerto. Los hay románticos, como el de Raúl besando el anillo de casado (ese, en concreto, está indirectamente destinado a la “prensa rosa” que dudó de la solidez de su matrimonio). Y luego está la mímica reivindicativa de una situación considerada como injusta por el protagonista.

De cara a la próxima moda otoño-invierno va a llevarse mucho eso de tocarse la oreja mirando hacia el palco. Es esta una costumbre importada desde Argentina y que debe su autoría al inimitable Juan Román Riquelme. Cuando J.R. andaba a palos con el presidente de Boca Juniors (creo que la situación no ha variado en exceso), al lograr un gol se dirigía provocativo hacia Mauricio Macri y, colocando las manos tras las orejas, le retaba: “¿Escuchas a la gente?”, parecía decirle, “¿La escuchas?... Yo soy el que manda aquí y no tú”.

Tras la negativa de Jorge Valdano a subirle el sueldo, Roberto Carlos empleó ese mismo gesto tras lograr su gol contra el Español. El brasileño puso como excusa a su hija Roberta, afectada por una gastroenteritis. “Quise dedicarla el gol”, nos dijo Roberto en el “Tirachinas” del sábado. Curiosa dedicatoria: ni mecer la cunita, ni tampoco quitarse la camiseta y mostrar otra con la foto de la niña. Era mentira, claro. El defensa se fue derecho hacia Florentino Pérez y le dijo: “Soy yo quien manda aquí, no lo olvides presidente”. Puede, sólo puede, que en el fondo lleve razón al pensar así. Y seguro que es el gesto de un hombre insatisfecho.

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