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Juan Manuel Rodríguez

Oiarzábal, el "Yeti" y un afiliado de UGT

Hace ahora aproximadamente tres meses (el pasado 23 de febrero) dedicaba mi artículo diario al escalador Oiarzábal. Lo titulaba "Oiarzabalitis", porque tenía la incómoda sensación de que Juanito era el único montañero vivo en el mundo, que no había ninguno más. Escribí el artículo a contracorriente y sin ayuda de oxígeno y –para qué voy a negarlo– no me encontré muy bien al final. Llegué asfixiado. Acabé con la impresión de que me burlaba de su gesta y no fue nunca esa mi intención. Tampoco lo es ahora, pero al conocer la noticia de que, antes que Oiarzábal, han coronado estos días la cima del mundo la alpinista vasca Edurne Pasabán, dos venezolanos y tres chilenas, y que todos –en una gigantesca fiesta– coincidieron ahí arriba, a 8848 metros de altura, sencillamente me entró la risa. Lo primero que pensé fue que, ya puestos, podían pedirle un permiso a chinos y tibetanos para instalar un "Asia-Disney" con su Dragón Khan y todo.

Pero ahí no queda el asunto. El toque definitivamente "berlanguiano" lo ofrece la presencia de otro personaje: Sergi Mingote, sindicalista de UGT, que también llegó antes que Oiarzábal; la presencia del "compañero" Mingote obedecía a que pretendía instalar una bandera que reivindicara la semana laboral de 35 horas. A este paso –pensé– van a tener que contratar servicio de aparcacoches, o hacer como con el Acueducto de Segovia y declarar la zona patrimonio de la humanidad.

¿Y cómo le explicamos esto a los tibetanos? Allá por 1920, los primeros fracasos al intentar escalar el Everest dieron origen a multitud de leyendas sobre fuerzas sobrenaturales que protegían la montaña. El mito que caló con más fuerza fue el que hacía referencia al "abominable hombre de las nieves". Estoy convencido de que, tal y como se ha puesto el tráfico por las alturas, los habitantes de la zona preferirían mil veces más al “Yeti” que la invasión turística del Everest.

Sigo creyendo que quienes emprenden una aventura de esas características tienen que tener algo muy especial: coraje y tiempo libre al cincuenta por ciento. También me llamó mucho la atención saber que, unos días antes que Oiarzabal, otra expedición procedente de León hizo también cumbre. Sin publicidad, sin marketing y sin el bombo mediático que se regala a otros deportistas. Me alivió conocer de primera mano que Juanito no está solo, y que ni siquiera llega el primero. La Unión General de Trabajadores ya estuvo allí antes que él... ¡Como se enteren en Comisiones!

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