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A Gil sólo le faltó decir aquello de "los niños y las mujeres, primero". Con el Atlético descendido, intervenido judicialmente, empezaron a pasar por el despacho oval del Calderón las estrellas migratorias: Molina, Valerón, Capdevilla, Haselbaink, Bejbl, Solari, Baraja... Antes que estos siete, otros dos se olieron la tostada y decidieron marcharse antes: Chamot y José Mari. Todo el mundo buscó entonces con la mirada a un futbolista: Kiko. Era el referente, el buque insignia, un vendedor nato del Atlético de Madrid. ¿Qué haría Kiko?... Se quedó. Con sorpresa para todo el mundo el jerezano decidió pasar un añito en el infierno, porque en Ibiza veraneaba en julio y ya la tenía muy vista.

El único problema es que Kiko no está bien, pero con Zambrano jugaba y con Marcos no lo hace. Esa fue la espoleta de un jugador que agota sus últimos años de fútbol al máximo nivel. Se lió la manta a la cabeza y se fue a Milán para pasar reconocimiento médico con el club de Berlusconi; sin embargo, le "tiraron" para atrás.

Ayer Kiko no fue claro en la rueda de prensa; jugó con máscara y nadie pudo reconocer en él al delantero con chispa, directo, de mirada clara que dice lo que piensa. Y hubo un gesto que no me gustó nada: acusó veladamente a Marcos Alonso de la "tangana" que se organizó el lunes, y de ese show sólo tiene la culpa él.

Kiko dice que quiere irse, pero ¿qué club va a querer a un futbolista con los tobillos de cristal?... A lo mejor lo que quiere es retirarse, convertirse en un asceta del fútbol, verlo desde la barrera, pero tampoco es claro a ese respecto. Kiko quiere irse, pero tiene una cláusula de rescisión de 9.500 millones... ¿Quién va a ser el osado que la abone?

Con pocos jugadores he disfrutado como con Kiko. Era mágico, intuitivo y genial, y no me agrada ver lo que está sucediendo con él. Ha sido uno de los pocos futbolistas con un ojo en la nuca, y se portó bien al no huir del Atlético cuando se consumó el descenso de categoría. Quiere jugar, pero no puede. Y eso le carcome por dentro. Es la única forma que hay de explicar la "cantada" del pasado lunes. Si club y delantero obran con inteligencia dejarán acabar la temporada, y después cada uno por su lado.

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