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El otro día tuve la desgracia de escuchar una entrevista (en Onda Cero... ¿no dicen que lo importante es que hablen de uno aunque sea para mal?) a la boxeadora española María Jesús Rosa. No seré yo quien diga que nunca he utilizado un asunto como "relleno" (sí, como el del pavo en Navidad) curioso, para "desengrasar" de tanto fútbol. En julio, por ejemplo, entrevisté a la presidenta de la federación española de petanca y, aunque con cierta retranca, traté de hacerlo con respeto y, sobre todo, reconociendo de antemano mi profundo desconocimiento del deporte del que estábamos hablando. Pero el otro día, por cuestiones meramente profesionales, me vi abocado a escuchar ese amago de entrevista a María Jesús Rosa, campeona de Europa del peso mosca en versión de la Federación Internacional de Boxeo Femenino. No lo olvidaré jamás.

Pasando por alto el hecho curioso de que uno de los contertulios confundiera a Xavier Azpitarte, "alter ego" de Jaime Ugarte en multitud de programas boxísticos, con el ex colegiado de fútbol Urízar Azpitarte, la pelea verbal consistió, más o menos, en lo siguiente: "¿Trabajas como asistenta?", "¿Te han partido alguna vez la cara?", "¿Las mujeres os golpeáis en los pechos?" o "¿Te has pegado alguna vez en la calle?". En ese momento me dio por cambiar mentalmente al interlocutor, sustituyendo a María Jesús y colocando en su lugar, por ejemplo, a Javier Castillejo, el "lince de Parla": "¿A ti te han partido alguna vez la cara?", "¿Los hombres os golpeáis en los testículos?" o "¿Te has pegado a la salida de una discoteca?"... Increíble.

María Jesús retuvo este jueves su título europeo, y lo hizo tras vencer a los puntos a la rusa Nina Ambrosova. Fue un combate duro pero limpio, sin golpes a los pechos ni roturas de cara. Hace varios lustros –casi en el Pleistoceno– un director general de Televisión Española decidió ("por orden del señor ministro se hace saber"...) desterrar el boxeo de la "caja tonta", fiel a esa teoría que sostiene que "lo que no sale en televisión no existe". Gracias a Dios no es así, pero desde entonces el boxeo, de tradición muy arraigada en España, pasó al olvido. Y, por lo que pude oír el otro día, también al desconocimiento más profundo e inquietante, aquel del que uno hace gala, jactándose, en público. Yo llamaría inmediatamente a Azpitarte –Xavier, no Urizar– para aclarar conceptos. Y también a la campeona de Europa por si hubiera que pedirle perdón.

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