Decíamos en el artículo anterior que las encuestas reflejan una pérdida que podría llegar hasta más de 9 millones de votos entre los dos grandes partidos nacionales. Así se desprendía de la encuesta de Metroscopia de agosto. Decíamos también que esa pérdida se podría reducir a solo 4 millones de votos si los dos grandes partidos consiguieran movilizar al electorado y hacer subir la participación al 65%. Pero también decíamos que la catástrofe podría ser aún mayor si aparecieran nuevas fuerzas capaces de movilizar a los hasta 7 millones de abstencionistas que en estos momentos optarían por quedarse en su casa.
Concluíamos el artículo diciendo que la realidad es aún peor que la que reflejan las encuestas de agosto: el paso del tiempo, lejos de mejorar las perspectivas de PP y PSOE, lo que está haciendo es empeorarlas.
Por un lado, si se fijan ustedes en la evolución de la intención directa de voto a los dos grandes partidos recogida por el CIS (pinchar aquí para verlo), observarán que el PP sigue en caída libre: la intención directa de voto al partido del gobierno ha vuelto a caer entre julio y octubre, del 13,4% al 11,2%, obteniéndose un nuevo mínimo histórico. El PSOE se ha recuperado algo, del 12,5% al 13%, pero la letra pequeña de la encuesta es también inquietante para el PSOE, como vamos a ver.
Si se analiza el desglose de las encuestas del CIS por segmentos de población (pueden comprobarlo aquí y aquí) se comprueba que PP y PSOE están hundiéndose literalmente en los grandes núcleos urbanos (>400.000 habitantes). El PSOE ha conseguido compensar ese hundimiento con un repunte en los municipios de menor tamaño, pero el PP no.
De hecho, Izquierda Unida supera ya tanto a PP como a PSOE en intención directa de voto en los grandes núcleos urbanos, y UPyD se acerca también peligrosamente a los dos partidos mayoritarios. Y la tendencia en los grandes núcleos urbanos suele preludiar la evolución futura a nivel general de la población.
Pero todavía más inquietante es otro fenómeno: la irrupción de nuevas formaciones políticas. Ya son numerosas las encuestas que anuncian la entrada con fuerza de Movimiento Ciudadano en el Parlamento, con porcentajes en torno al 3%-4% del voto. Algunas encuestas no publicadas elevan ese porcentaje hasta el 7%. Y todo ello sin que Movimiento Ciudadano haya siquiera anunciado su presentación oficial.
Como explicábamos en el artículo anterior, la irrupción de nuevas formaciones tiene el efecto inmediato (por simples razones matemáticas) de reducir el porcentaje de PP y PSOE sobre el total de voto emitido. Pero hay un segundo efecto que las encuestas están empezando a detectar y que podría ahondar la crisis de las dos formaciones mayoritarias: el trasvase de votos desde PP y PSOE (y no solo desde la abstención) hacia las nuevas formaciones. Al fin y al cabo, un porcentaje significativo de los electores que PP y PSOE todavía conservan, siguen pensando en votar a esos partidos simplemente porque no ven otra cosa a la que vota,r y no quieren abstenerse. Si una o más de las nuevas formaciones consiguen ser percibidas como alternativa, la pérdida en número de votos de PP y PSOE podría ser aún mayor de lo que las encuestas reflejan.
Todo ello hace que, en estos momentos, se trabaje ya con la hipótesis de que PP y PSOE no conseguirían, de ningún modo, sumar entre los dos más del 50% del electorado, si las elecciones generales se celebraran mañana. Con el agravante de que existe una probabilidad cada vez más alta de que el desplome continúe acelerándose en los dos años que restan hasta la cita electoral.
Y a ese desplome contribuirá, para colmo, otro factor que en condiciones normales no tendría importancia, pero que ahora podría dar la puntilla a los dos partidos mayoritarios: las elecciones europeas. Pero eso será objeto del siguiente artículo.