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Los enigmas del 11M

Derecho a vivir

Resulta curioso que la palabra "progresismo" haya terminado asociándose a iniciativas muchas veces tendentes a promover una cultura de la muerte. Por mucho que me esfuerzo, no consigo ver qué puede haber de progreso, de progresismo, en defender la libertad de matar a alguien, un no nacido, que no tiene la más mínima capacidad de defenderse.

No consigo ver, quizá porque soy muy lelo, qué puede haber de progreso en quemar o despedazar a un ser humano en ciernes, o en destruirlo en una trituradora industrial. O en utilizar sus restos para elaborar cosméticos.

No logro adivinar, tal vez porque no he reflexionado de forma correcta, por qué es más progresista convencer a una mujer con pocos medios económicos de que aborte, en lugar de ayudarla económicamente o atajar las injusticias sociales que hacen que no pueda disponer del dinero necesario para atender a su hijo.

No alcanzo a comprender, puede que por ser excesivamente cuadriculado, cómo puede una sociedad mantener la hipocresía de aceptar que se mate a alguien por tener síndrome de Down, siempre que se le pille antes de nacer, para luego organizar solidarias campañas dirigidas a integrar socialmente a los que, padeciendo ese síndrome, han conseguido sobrevivir al embarazo.

No soy capaz de encontrarle ninguna lógica al hecho de que a alguien se le pueda meter en la cárcel por destruir un huevo (un embrión) de águila real y, sin embargo, sí que se pueda destruir de manera generalizada embriones humanos. Si un embrión humano no es un ser humano, ¿por qué un embrión de águila real sí se considera un águila real?

Como tampoco puedo hallarle ningún sentido a que la "progresía" actual defienda las mismas prácticas eugenésicas de eliminación de lo que ellos consideran "seres deficientes" que ya los nazis pusieron en práctica hace setenta años.

No entiendo que, en una época y una sociedad en las que las condiciones de desarrollo económico han alcanzado cotas nunca vistas; en las que existen medios de información como nunca antes y en las que los procedimientos anticonceptivos están al alcance de todo el mundo, se pueda invocar el "progreso" (¿progreso hacia dónde, exactamente?) para defender que se generalice aún más el aborto.

Se preguntaba el otro día la ministra Bibiana Aido que qué es lo que se ha hecho mal para que cada vez haya más embarazos de adolescentes. Y añadía que algo habría que hacer para remediarlo. Estoy de acuerdo. Pero en lo que parece que discrepamos es en la receta. A la señora ministra, en nombre de un progresismo que no consigo ver en qué consiste, parece que sólo se le ocurre facilitar aún más los abortos. No sé si se habrá dado cuenta de que eso no ataja el problema: los embarazos de adolescentes no son consecuencia de que haya una ley del aborto más o menos permisiva, así que modificar la ley del aborto no evitará que las adolescentes queden embarazadas.

El problema radica, de nuevo, en la errónea concepción de "progresismo". Se considera progresista que las relaciones sexuales entre adolescentes se generalicen. Y yo no consigo comprender (ya les digo que porque soy muy cortito) por qué el sexo sin amor representa un progreso con respecto al amor en sí, con o sin sexo.

Será que soy un ingenuo, pero creo que con que la "progresía" eliminara la asfixiante presión a la que somete a los adolescentes para que trivialicen el sexo, el problema de los embarazos no deseados se reduciría a la mínima expresión. ¿Qué tal si intentara usted enseñar a los adolescentes a valorar el amor y el sexo como dos cosas maravillosas que no hay que trivializar, doña Bibiana? ¿Qué tal si devuelven ustedes al sexo el amor que le han robado en nombre del "progresismo"? Creo que se sorprendería usted de los resultados.

En cualquier caso, ya sé que mis palabras no van a ninguna parte con ustedes. Porque a ustedes les importa un comino el problema de los embarazos de las adolescentes. No se trata más que de un argumento al que van a agarrarse en los próximos meses (¡qué más da que sea violentando las leyes de la lógica!) para defender su nueva ley de plazos para regular el aborto.

Así que algo habrá que hacer, además de quejarnos.

La plataforma Hazte Oír ha puesto en marcha una campaña bajo el lema "Derecho a vivir". Éste es su manifiesto. Puedes informarte sobre la campaña, adherirte a la iniciativa y colaborar con ella visitando su página web, en la dirección

http://www.derechoavivir.org

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