Conviene leer la carta completa enviada a los medios de comunicación por el inspector Carlos G. De hecho, les recomiendo que la lean dos veces, porque no tiene desperdicio, y es mucha la información que aporta.
Porque lo que la carta viene a decir (leyendo entre líneas) es que, efectivamente, en el episodio del chivatazo del bar Faisán se dieron cita dos cosas bien distintas: una operación real contra el entramado financiero de ETA y una trampa tendida por un determinado grupo de la Policía a otro grupo de la Policía.
En primer lugar, Carlos G: apunta a que conoce exactamente quiénes forman el grupo de chivatos, ya que menciona explícitamente (párrafo 2 de la carta) a "dos policías" que "colaborarían con los terroristas para reventar" la operación contra el entramado financiero de ETA. No dice "algunos policías", sino exactamente dos, lo que indicaría que esos dos policías están perfectamente identificados. Además, deja caer en el mismo párrafo (muy educadamente) cuál sería la motivación que habría impulsado a esos miembros del CNP a dar el chivatazo, cuando afirma que esos dos policías habrían actuado "de forma canallesca y servil". Lo de "canallesca" podría aplicarse casi a cualquier cosa, pero la palabra "servil" sólo tiene sentido si esos dos policías actuaban por encargo de sus superiores o para agradar a los mismos.
En segundo lugar, Carlos G: revela (en el párrafo 7 de la carta) que, a raíz del episodio del chivatazo (se supone que por haberlo puesto al descubierto, al transcribir la conversación de Elosúa), fue sometido a una "insoportable presión" y a una serie de "vejaciones" en el seno de la Comisaría General de Información, que entonces dirigía Telesforo Rubio. Dice incluso (párrafo 9) que le negaron un ascenso debido a este asunto. Las presiones y vejaciones cesaron gracias a que el juez Grande Marlaska ordenó que Carlos G. y su equipo de investigación pasasen a informar directamente al Subdirector General Operativo de la Policía, puenteando a Telesforo Rubio. Este detalle es importante, por lo que más adelante veremos.
En tercer lugar, Carlos G: afirma (párrafo 8) que es falso que las cámaras dejasen de grabar el día de autos, lo que confirmaría que los policías autores del chivatazo podrían estar perfectamente identificados.
En cuarto lugar, en el párrafo 11 de la carta, Carlos G. lanza un aviso a "a los Ministros del Interior del PP, de 1998 y 2002" y "al entonces Comisario General de Información" (Jesús de la Morena), para que expliquen por qué le condecoraron en su día.
En quinto lugar (y llegamos con esto a la parte más jugosa de la misiva), en el párrafo 12 de la carta, lanza Carlos G. dos dardos envenenados muy curiosos. Por un lado, deja caer que un determinado miembro de la Policía estaría actuando de "vocero" y proporcionando "información sesgada" a los medios; insinúa además que ese "vocero" estaría actuando por motivaciones personales. Por otro lado, en la frase final del párrafo, desliza la posibilidad de que haya habido otros equipos de investigación del chivatazo, al margen del que él dirigió.
Y dos párrafos más adelante, se descuelga Carlos G. con la guinda del asunto. Como decíamos en el primer hilo de esta serie, las primeras informaciones tras el chivatazo apuntaban como responsables del mismo al comisario Manuel Risco y al ex-comisario Fernando Mariscal, que por aquel entonces era jefe de seguridad de la sede del PSOE. En el párrafo 14, Carlos G: afirma algo de suma importancia: que los mismos autores del chivatazo tendieron una trampa a Manuel Risco, haciendo coincidir una llamada personal suya con el chivatazo y filtrando luego esa llamada a los medios de comunicación. Sin embargo, teniendo en cuenta que esa "llamada personal" a la que hace referencia Carlos G. fue, supuestamente, una llamada que Fernando Mariscal le hizo para felicitarle por su cumpleaños, sólo hay una forma de que los chivatos hubieran podido hacer coincidir esa llamada personal con el chivatazo: convenciendo a Fernando Mariscal de que realizara la llamada a una determinada hora. Por tanto, lo que Carlos G. está insinuando en ese párrafo es que, o Fernando Mariscal formaba parte del grupo responsable del chivatazo, o al menos tiene información de quiénes formaban parte de ese grupo, porque alguien le tuvo que decir la hora a la que tenía que llamar a Manuel Risco para felicitarle.
Resumiendo, la versión completa que Carlos G. proporciona es la siguiente: un grupo de policías "canallas y serviles" deciden reventar la operación contra el entramado financiero de ETA y dan el chivatazo a Elosúa. Además, para cubrirse las espaldas, tienden una trampa al comisario Manuel Risco (en la que Fernando Mariscal participa voluntaria o involuntariamente), haciendo coincidir una llamada personal de Risco con la operación del chivatazo, para poder cargarle a Risco el muerto.
El relato de Carlos G. parece, en principio, coherente (lo que no implica, necesariamente, que sea cierto, ya lo sé; de hecho, sería perfectamente posible que Carlos G. estuviera contando SU verdad, pero que ésta sea sólo una pequeña parte de la historia). Sin embargo, lo que no resulta coherente del todo es el resto de la carta de Carlos G., por dos razones distintas.
En cualquier caso, se hace imprescindible que alguien nos aclare, para empezar a tirar de los hilos, algunas cuestiones fundamentales:
Es que tengo el pálpito de que el "vocero" sabe mucho sobre muchas cosas. ¿Me equivoco, don Carlos?