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Los enigmas del 11M

El Gordillo de Nottingham

Editorial del programa Sin Complejos del sábado 11/8/2012

Esta semana, el alcalde de Marinaleda, el original Juan Manuel Sánchez Gordillo, desvalijaba con algunos amigos un supermercado en la localidad sevillana de Écija. En el asalto, dos cajeras que intentaron oponerse al robo fueron agredidas por esos bravos sindicalistas, según ha denunciado la empresa.

Algunos medios de comunicación, bastantes compañeros de Izquierda Unida y no poca gente de la calle, se han apresurado a disculpar, justificar o incluso jalear a Sánchez Gordillo, sosteniendo que el peculiar alcalde no estaría haciendo otra cosa que robar al rico para darle comida a aquel que nada tiene. ¡Un Robin Hood a la española, vamos!

Lo que pasa es que Sánchez Gordillo se parece a Robin Hood como un huevo a una castaña. Robin Hood era un ladrón de leyenda que se dedicaba a desvalijar a los recaudadores de impuestos del Rey, para devolver el dinero a esos ciudadanos a los que poderes públicos exprimían a impuestos.

Por el contrario, Sánchez Gordillo se dedica a organizar un atraco contra una empresa que crea riqueza y paga sufridamente sus impuestos. O sea, como si Robin Hood, en lugar de robar al Rey, se dedicara a atracar al molinero de la comarca.

Pero además, Robin Hood vivía como un proscrito en el bosque, teniendo que eludir a ese malvado sheriff de Nottingham que velaba por los intereses de la Hacienda Real. Sánchez Gordillo, por el contrario, es un señor que lleva cobrando un sueldo oficial u otro desde que los dinosaurios hicieran su aparición en la Tierra; sueldo oficial que sale, por supuesto, de los impuestos que pagan los sufridos ciudadanos.

O sea, que si hay que fijar los bandos, Sánchez Gordillo forma parte del mismo equipo que el sheriff de Nottingham; nada que ver con Robin Hood. Resulta lamentable que haya gente que pretenda desprestigiar al honrado y benéfico bandolero de Nottingham - que sí que estaba del lado del pueblo - equiparándolo con Sánchez Gordillo.

Si el señor Sánchez Gordillo quiere ayudar al que no tiene nada, que lo haga con su dinero, no con el ajeno. La prodigalidad con el dinero de los demás es cualquier cosa menos generosidad. Aunque hay que reconocer, eso sí, que es una marca de la casa en la izquierda española: solidaridad con los mineros sí, pero a costa del erario público; solidaridad con el tercer mundo sí, pero siempre y cuando paguemos a escote los contribuyentes; dar de comer al hambriento sí, pero en lugar de comprar la comida, la robamos en el súper de la esquina...

Pero además, vamos a suponer que Sánchez Gordillo hubiera comprado la comida con su dinero en lugar de robarla, y se dedicara a repartirla entre los que peor lo están pasando. ¿Sería una acción loable? A priori, ayudar al que lo necesita parece que siempre lo es, pero a la hora de juzgar las acciones importa también, y mucho, la intención con que se hace. La caridad por amor, y sin esperar nada a cambio, es loable. La caridad por interés, no.

Hace una semana, los medios de comunicación griegos daban cuenta de que el partido neonazi Amanecer Dorado había realizado un reparto de alimentos delante de la sede del Parlamento, para aquellos atenienses que peor lo están pasando. Los diputados de Amanecer Dorado compraron varias toneladas de alimentos (harina, aceite, pasta...) con cargo a su asignación parlamentaria y las repartieron a centenares de personas, a pesar de la prohibición expresa del ayuntamiento de Atenas. Es decir, que los neonazis griegos hicieron hace ocho días lo que luego ha querido hacer Sánchez Gordillo, pero encima sin robar la comida.

¿Convierte ese reparto de alimentos en buena gente a los miembros del partido neonazi griego? ¿Con qué intención creen ustedes que el partido Amanecer Dorado repartía la comida? ¿Por compasión hacia el que sufre, o con el objetivo de conseguir publicidad para su partido?

Cuando la solidaridad se ejerce con el objetivo de obtener un rédito político, no puede ser nunca verdadera solidaridad, sino simple propaganda. Puro marketing. Demagogia pura.

Por tanto, la acción de Sánchez Gordillo no hay por donde cogerla. No es un acto destinado a ayudar a los demás, sino un ejercicio de mera propaganda. Así que por favor: que a nadie se le ocurra comparar a Sánchez Gordillo con el pobre Robin Hood. El alcalde de Marinaleda no es otra cosa que alguien que no tiene reparo en aprovecharse del sufrimiento de los parados españoles para hacerse publicidad. Y que, para colmo, encima de usar a los necesitados para su campaña de marketing, pretende pagar la factura de la publicidad con el dinero de otros.

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