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Los enigmas del 11M

Enroque

Se va calentando el ambiente y se suceden los movimientos. En las últimas fechas hemos conocido que el CGPJ ha confirmado a Gómez Bermúdez como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, por lo que volverá a corresponderle la presidencia del tribunal que debe encargarse del primero de los juicios del 11-M. Gómez Bermúdez ya había sido nombrado ponente en ese tribunal, pero ahora acumula los dos cargos: ponente y presidente del tribunal.

Hemos conocido también el escrito de defensa de Jamal Zougham, presentado por el abogado José Luis Abascal. Leyéndolo, la pregunta inmediata es: ¿cómo se las arreglaron para dejar a Jamal Zougham sin abogado durante dos años y medio? Porque está claro que muchas de las dudas y objeciones que el actual abogado de Zougham plantea se hubieran podido plantear por cualquiera de los abogados anteriores que Zougham ha tenido. ¿Por qué esos abogados anteriores no denunciaron con la suficiente contundencia, por ejemplo, el fraude de los supuestos reconocimientos oculares de Zougham por parte de algunos testigos? Afortunadamente para Zougham, parece que el cabeza de turco oficial del 11-M cuenta ya con un abogado.

Hemos visto, asimismo, cómo el juzgado de Leganés se ha declarado no competente para conocer del caso de los dos policías acusados de revelar secretos a El Mundo. Parece una noticia poco importante, pero no lo es: el juzgado de Leganés instruye el asunto de la trama policial de tráfico de Goma2-ECO, en la que hay implicados dos policías; al rechazar investigar el asunto de la revelación de secretos a El Mundo, donde los implicados son otros dos policías distintos, el juzgado está diciendo que se trata de dos delitos no relacionados. En otras palabras: que los dos policías detenidos por la presunta revelación de secretos no tienen nada que ver con ninguna trama de corrupción policial. Del Olmo tendrá ahora que enviar el caso a Plaza de Castilla, para que se encargue de él otro juzgado. Me da en la nariz que las resoluciones abiertamente injustas que Del Olmo ha tomado (por ejemplo, la exorbitante fianza impuesta al policía Parrila y a su compañero) van a sufrir un revolcón similar al de las resoluciones de Garzón en el caso del ácido bórico. ¿Qué pasa con algunos jueces de instrucción en la Audiencia Nacional, para que sus actuaciones arrojen un tufo tan sulfúrico?

En la Plaza de Castilla, mientras tanto, la juez Gemma Gallego ha confirmado el procesamiento de cuatro mandos policiales por la presunta falsificación de informes del 11-M (el caso del ácido bórico). El horizonte judicial se ensombrece para todos aquéllos que hayan participado en la manipulación, colocación u ocultación de pruebas en el 11-M. No es de extrañar que cundan los nervios: si la situación política se sigue pudriendo y se generaliza la percepción de que puede haber un vuelco político, aquéllos que no dudaron en infringir la Lay para manipular las investigaciones al servicio del actual partido gobernante no podrán evitar hacerse una pregunta: en caso de que el Gobierno cambie, ¿quién me va a salvar el culo?

El Tribunal Supremo, por su parte, acaba de dar un revolcón a las promesas de guante blanco judicial que ZP había efectuado a la banda terrorista: ha dictaminado que las organizaciones juveniles batasunas forman parte del entramado terrorista de ETA. Zapatero no está en condiciones de llegar a acuerdos firmes con la banda que comprometan al poder judicial, porque sólo controla el poder judicial en parte. ETA ha verificado que las letras de Zapatero eran letras de pelota, que algunos de sus cheques no tienen fondos.

Mientras tanto, se percibe cómo crece un extraño desconcierto en los medios de comunicación. La situación es tan fluida que nadie está en condiciones de descartar, en estos momentos, ninguna hipótesis, desde un encastillamiento de ZP en sus posiciones hasta una caída fulminante de su Gobierno. Quizá se deban a ese desconcierto las voces críticas que en estos momentos se alzan desde algunos medios que hasta la fecha habían apoyado a Zapatero sin reservas. Y si nadie es capaz, en estos momentos, de saber qué va a pasar, se debe fundamentalmente a una razón: a que quien controla la deriva, actualmente, es ETA. La actuación de Zapatero ha conseguido poner en manos de la banda terrorista la llave de la situación política: sólo por eso, Zapatero debería presentar su dimisión de manera inmediata.

Ante el ataque combinado de las distintas piezas negras, parece que Zapatero ha optado por enrocarse. Ese movimiento puede retardar el final de la partida, pero está claro que la iniciativa la llevan, en estos momentos, las negras y que se empieza a intuir el mate. Sin embargo, el reloj está peligrosamente al límite para ambos bandos.

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