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Los enigmas del 11M

Un juicio que no tendría que haberse celebrado

¿Han conocido Vds. a alguno de esos padres completamente negados para la educación de los hijos, que le consienten al niño todo para, de repente, ponerse hechos un basilisco y montar el espectáculo cuando el niño se pasa tres pueblos?

Pues eso es, más o menos, lo que el Estado español está haciendo con el tema del juicio del golpe de estado separatista.

Lo dije cuando se celebró el 1 de octubre: una vez llegados a ese punto, era inevitable recurrir a las FyCSE para impedir que el referéndum tuviera lugar. ¡Pero es que no había que haber llegado a ese punto!

Si el gobierno español de entonces, encabezado por Mariano Rajoy, hubiera cumplido con su obligación de padre, el niño no podría haber hecho lo que le saliera de las narices hasta llegar al día del referéndum. Rajoy tenía infinitos mecanismos a su disposición para atar corto al niño: podía haber aplicado el 155 mucho tiempo antes; podía haber sentado en el banquillo a los líderes separatistas para responder por las desobediencias menores; podía haber cerrado el grifo a los golpistas interviniendo en serio las cuentas... Podía haberlo hecho todo, pero no hizo nada. Y al final, se tuvo que enviar a la Policía y a la Guardia Civil para tomar sobre sus hombros las responsabilidades que los políticos no habían querido asumir.

Con el juicio del golpe de estado pasa lo mismo: el propio juicio es una constatación de tantos fracasos anteriores. Si se hubiera enviado a la cárcel un par de añitos a Jordi Pujol tras el primer incumplimiento de una sentencia judicial (por ejemplo, en el tema lingüístico), no habría necesidad alguna de pedir 25 años de cárcel hoy para Oriol Junqueras. Llegados a este punto, no hay más remedio que aplicar la necesaria dureza y sentarlos a todos en el banquillo…¡pero es que no había que haber llegado a este punto!

¿Y qué es lo que suelen hacer a continuación esos padres incapaces, después de ponerse como un basilisco porque su niño consentido ha prendido fuego al coche del vecino? Pues lamentarse para sus adentros: "¿No habré sido demasiado duro con el pobre niño? Al fin y al cabo, es que es un chaval muy inquieto. ¿Debería levantarle el castigo? ¿Y si, en vez de castigarlo, le prometo una nueva consola si se porta bien?"

Y ahora anda una parte de nuestra clase política viendo qué consola le podrían ofrecer al niño y acariciando la idea de conseguir una sentencia leve o de aplicar un indulto.

Lo siento, pero ha llegado la hora de llamar a los servicios sociales y jubilar a los padres incapaces. Ni saben educar al niño, ni están en condiciones de garantizar que el niño no represente un peligro para sus semejantes. El problema, para ser concretos, no es el niño, a quien se podría sobrellevar perfectamente enseñándole, de forma firme pero serena, a respetar a sus semejantes. El problema son los imbéciles de sus padres, que llevan toda la vida consintiéndole todo y pretenden seguir consintiéndoselo.

Es hora de quitarles la patria potestad y poner a alguien cuerdo a dirigir la familia. El 28 de abril tendremos una oportunidad de hacerlo.

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