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Lucas Soler

Coto Matamoros y cristianos

Por su fornido aspecto de matón arrabalero y su reluciente cabeza rapada, Coto Matamoros bien podría haber sido uno de los esclavos que combate en el Coliseo de Roma junto a Russell Crowe en Gladiator. También podría encajar perfectamente en el papel del siniestro verdugo que se dedica a decapitar acusados de brujería, traición o adulterio en las viejas películas de capa y espada. Coto Matamoros, sin embargo, se ha tenido que conformar con interpretar el personaje de agresivo tertuliano en Crónicas marcianas, un programa que se parece cada vez más a un circo romano, pero también a un patíbulo desde dónde se descabezan famosos sin misericordia.

Junto al cada vez más vociferante conde Lequio, Matamoros ha sido uno de los encargados de elevar la temperatura dialéctica del programa de Javier Sardá hasta convertirlo en una gallera tercermundista. O en un gallinero. Al parecer, los dos millonarios productores deCrónicas Marcianas, juglares irreverentes en sus tiempos deLa Trinca, están empeñados en reproducir en España las tumultuosas grescas de chabola del reality show que conduce la peruana Laura Bozzo, pero con personajes de más alcurnia. Buen ejemplo de ello ha sido el largo culebrón de malos tratos protagonizado por Carmina Ordóñez.

Precisamente, en este morboso episodio, a medio camino entre la prensa rosa y la página de sucesos, Coto Matamoros ha jugado un papel trascendente al destapar el caso y erigirse luego en fiel escudero de la maltratada dama. En un programa de características distintas, Matamoros hubiese sido despedido inmediatamente por tan escandalosa revelación, pero enCrónicas marcianasha conseguido consolidarse como el tertuliano canalla y blasfemo. De paso, ha contribuido a que su amiga Carmina supere el bache psicológico de los malos tratos con el analgésico efecto de las exclusivas.

Orgulloso de su reluciente calva, Matamoros alardea también de no tener pelos en la lengua. Más bien tiene pinchos y escamas, como lo demostró en su virulento enfrentamiento verbal con Carlos Navarro, el ex concursante de Gran Hermano. La reyerta recuperó la ya olvidada lucha de clases: el macarrilla charnego contra el señorito madrileño de vida disipada. Pese a las diferencias de abolengo, ambos coincidieron en el improperio testicular. No deja de ser irónico que Carlos Navarro intentase descalificar a Matamoros llamándole Mister Proper, teniendo en cuenta que su oponente no es precisamente un producto de limpieza. Tanta agresividad, sin embargo, resultó sospechosa, pues recordaba más a las amañadas peleas de la lucha libre.

Preocupado tal vez por los malos modos de su contertulio, Javier Sardá intentó limpiar y desinfectar la imagen de Matamoros con una entrevista de interés humano que olía a lejía o a Mister Proper. Como si estuviese en un confesionario, el tertuliano canalla recordó los años de colegio, la adolescencia alocada, los primeros trapicheos, los problemas con las drogas, el paso por la cárcel y la transformación en un hombre nuevo. Moralizó sin aspavientos y con una cierta sorna. Con semejante acto de contrición y sincero propósito de enmienda, los espectadores descubrieron que el chulo facineroso y gritón era en realidad un ogro bueno, un ser humano con un corazón de oro que en su prolongada juventud cometió ciertos pecadillos veniales. No fue la única operación de limpieza. Semanas más tarde, Manel Fuentes le repitió a Matamoros el mismo cuestionario en su programa del domingo y no hubo variación en las respuestas. Otra vez, la misma moraleja: no a las drogas y la cárcel es muy dura.

Redimido ya ante la audiencia televisiva, Coto Matamoros sigue saltando a la arena deCrónicas marcianaspara alzar la voz, soltar cuatro improperios castizos y amenazar a quien se le ponga por delante en los tumultuosos debates que conduce Sardá. Ya sabemos, sin embargo, que el ogro bueno despelleja a los famosos con un noble afán justiciero, como si fuese Robin Hood. Por si fuera poco, en una entrevista reciente Matamoros se ha declarado comunista. Sin duda, una declaración cargada de idealismo, pero un tanto anacrónica, teniendo en cuenta la hoja de servicios del personaje.

Este artículo, junto a otros de César Vidal, José Apezarena, Carlos Semprún Maura, Pío Moa, Jorge Alcalde, Enrique Coperías, Ana Díaz, etc. se publica en La Revista del Fin de Semana de Libertad Digital. Si desea leer más, pulse AQUÍ

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