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Lucas Soler

¡Menudo es el Fary!

Hace unas semanas, el programa "Tiempo al tiempo", que conduce Concha Velasco, estuvo dedicado a la recuperación nostálgica de Manolo Escobar y El Fary. Dos figuras legendarias de la canción española que están siendo ahora reivindicadas por los jóvenes aficionados a la denominada “españolada moderna”. Además de derramar unas lagrimitas recordando el ayer con profunda emoción, los dos cantantes aprovecharon su comparecencia ante las cámaras de Televisión Española para darle un cariñoso empujón promocional a las carreras artísticas de sus respectivos hijos: Vanessa Escobar (paradójico nombre para la hija del intérprete de "Porompompero", "Que viva España" y "Mi carro") y Javi Cantero, el simpático chaval que se excita sobrepasando los límites de velocidad establecidos por la Dirección General de Tráfico.

Como "Tiempo al tiempo" es también un espacio de morbosas confidencias de famosos que se ve obligado a competir en la mis franja horaria con los viborillas de "Tómbola", Concha Velasco tuvo que interrogar a El Fary sobre ciertos líos familiares que han ocupado recientemente las páginas de la prensa del corazón. Desde hace unos meses, la primogénita del cantante, fruto de su primer matrimonio, le acusa de haberla abandonado y de centrar todo su interés en la carrera de su hijo Javi. La joven ha denunciado la indiferencia paterna en varias revistas y en el tribunal de "Tómbola". De tal modo, los gastos de manutención que asegura no pasarle su padre se los ha cobrado en forma de exclusivas.

En un principio, El Fary no quiso comentar con Concha Velasco tan dolorosas y amargas desavenencias, pero al final acabó dirigiéndose a su hija para que recobrase la cordura y se diese cuenta de que tenía al mejor de los padres. Un detalle conmovedor, propio de reality show, pues El Fary no tuvo inconveniente en emocionarse mirando a la cámara mientras pronunciaba su melodramático discurso de padre dolido y traicionado.

Tanto en las penas como en las alegrías, José Luis Cantero, El Fary, siempre ha sido un desbocado ejemplo de pasión racial. Son precisamente esos arranques emotivos, expresados siempre con su pintoresco verbo de taxista retirado, los que le confieren encanto como personaje público. En las numerosas páginas dedicadas al cantante en Internet se pueden encontrar algunas de sus más celebradas declaraciones: "En la cama soy un monstruo", aseguraba hace diez años, posando en bañador, en la revista "Interviú".

No es de extrañar la contundencia de semejante declaración, pues bien conocido es el historial amoroso de El Fary, que incluso llegó a pasar una noche de "farra y cachondeo" por Madrid con Ava Gadner, cuando era un simple conductor de taxi. Su inofensivo machismo, reforzado por la devoción por su santa madre y su abnegada parienta, ya no molesta ni a las feministas más radicales. Es tan solo un detalle del "kitsch" español más pintoresco, como las muñecas de bailarinas de flamenco de los aeropuertos o los botijos con escudos de los equipos de fútbol.

La reivindicación de El Fary como entrañable icono de la España Profunda se inició en 1996 con "Menudo es mi padre", una entretenida serie familiar de Antena 3, cuyo desarrollo argumental se sustentaba en una ingeniosa pregunta: ¿Cómo podría haber sido la vida del tonadillero de no haber triunfado como artista y haber continuado trabajando en el taxi? Gracias a la serie sobre lo que pudo haber sido su vida, José Luis Cantero se ganó el cariño del público y también demostró que no era un mal actor. Un año después, Santiago Segura lo convirtió en figura de culto al incorporar alguna de sus canciones ("Toro bravo" y "Apatrullando la ciudad") a la banda sonora de "Torrente: El brazo tonto de la ley". Un homenaje irónico, pero no exento de una sincera admiración.

La consagración definitiva de El Fary se ha producido como descubridor de jóvenes talentos musicales. Entre los artistas promocionados figuran su propio hijo y la ya pubescente Melody, que tanto gusta a los niños con sus disparatadas canciones de jamones ibéricos y primates danzarines. Bien satisfecho puede sentirse José Luis Cantero con el éxito de sus dos apadrinados, pues los beneficios económicos como productor le garantizan que ya nunca más volverá a bajar la bandera de un taxi.

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