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Ahora que ya conocemos los detalles de la famosa "doctrina Botín" sobre el papel de las acusaciones populares en las actuaciones penales, hoy comienza el juicio del ácido bórico. Es decir, el juicio por la presunta falsificación de un informe pericial sobre el 11-M por parte de cuatro mandos de la Policía Científica, con el propósito de eliminar las referencias a ETA que ese informe contenía.
 
Lo importante en este caso no es el contenido de ese informe que alguien decidió mutilar, porque lo que ese informe hacía, antes de la mutilación, es simplemente analizar una sustancia que apareció en la casa de Hassan el Haski y hablar acerca de los antecedentes de aparición de la misma. Según los peritos, esa sustancia era ácido bórico, que anteriormente sólo había aparecido en el domicilio de un presunto terrorista anarquista y en el piso franco de un comando de ETA.
 
¿Cabe deducir de eso algún tipo de relación de ETA con Hassan El Haski o con el 11-M en general? Por supuesto que no. Y, sin embargo, esos cuatro mandos de la Policía Científica decidieron, según la jueza, ordenar a los peritos que eliminaran las referencias a ETA de su informe. Y cuando los peritos se negaron, rehicieron por su cuenta el informe pericial, para eliminar esas referencias a ETA ellos mismos.
 
Lo importante es, precisamente, esa presunta falsificación documental en conexión con la investigación policial del 11-M, junto con la inquietante pregunta que se deduce de ella: si cuatro mandos de la Policía Científica se arriesgan a ir varios años a la cárcel por eliminar de un informe una referencia absurda e inocua a ETA, ¿qué otras cosas realmente trascendentales no habrán eliminado otras personas del sumario del 11-M?
 
En caso de demostrarse la falsificación, quedaría acreditado judicialmente que en la instrucción del 11-M hubo órdenes acerca de qué podía aparecer y qué no dentro del sumario. Eso es lo que hoy hay que dilucidar. Junto con otra pregunta: si esa falsificación se produjo, ¿fue un ejercicio de autocensura por parte de unos mandos policiales demasiado celosos o se recibieron órdenes expresas de algún responsable político?
 
Finalmente, y aunque hoy no se sienta en el banquillo, quien también podría recibir estos próximos días una condena moral es el magistrado Baltasar Garzón, que tuvo una actuación deleznable en este caso, intentando sentar en el banquillo no a los mandos policiales que presuntamente falsificaron el informe, sino a los peritos que originalmente lo elaboraron. Actuación deleznable que contó, en su día, con el vergonzoso respaldo de El País y del ABC, entonces dirigido por Zarzalejos. Son muchas las cosas, por tanto, que hoy se juzgan.
 
En los próximos días informaremos puntualmente de esta vista que hoy comienza a las 10, la del segundo de los juicios del 11-M. O el tercero, si tenemos en cuenta el reciente intento del alcalde de Madrid de silenciar a los periodistas que siguen preguntando por aquella masacre.
 

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