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Pedro de Tena

Elecciones y recolecciones anticipadas de Andalucía: la continuidad desoladora de una región esencial

Llegaremos a los cuarenta años ininterrumpidos de régimen socialista en Andalucía.

Que uno recoge lo que siembra, es bien sabido, a menos que el díscolo y sufrido clima haga de las suyas y arruine lo plantado. Pero en Andalucía, la comunidad más poblada, potencialmente más predispuesta a la prosperidad, pero de las más atrasadas de España desde hace un siglo largo, que lleva casi cuarenta años sin alternancia democrática, regla de oro de la democracia, todo lo que se ha sembrado es lo que se va a recoger, salvo un accidente meteorológico-político inesperado.

Según todas las encuestas, en buena medida propiciadas por las izquierdas hasta ahora, desde el PSOE a medios próximos a Podemos, el PSOE ganará, aunque seguirá bajando, y podrá gobernar con los "morados", que ya han anunciado que lo dejará hacer sin entrar en el gobierno.

Habrá batalla por ser el principal partido de la oposición, algo que es de la segunda división política, entre el PP y Ciudadanos. Es decir, llegaremos a los cuarenta años ininterrumpidos de régimen socialista en Andalucía y no habrá bandera regional alguna que se envuelva en la Constitución y se oponga a los privilegios de esas regiones, cada vez más naciones, que mandan en España.

Los hechos que se suceden– ya se sabe que la realidad periodística es mucho más veloz que la realidad electoral ciudadana -, no permiten augurar cambios esenciales en este panorama realmente desolador para todos aquellos que quieren un cambio esencial. Corregir un rumbo que ha alejado al Sur de la esperanza de ser una comunidad puntera e influyente en la realidad nacional española no será posible a corto plazo. Por ello, cualquier incidente chusco y menor en otras regiones seguirá provocando más portadas, por ejemplo, que el caso de corrupción más importante de la historia de la democracia, que es el caso de los ERE.

El PSOE muestra cómo, una vez más, ha logrado que la corrupción constitutiva que impulsó desde 1982 para asentar un dominio casi absoluto de la Comunidad andaluza, no le afecta. Tiene muchas publicaciones digitales y de papel como aliados, numerosísimas radios municipales y cadenas nacionales a su servicio, controla Canal Sur además de la 1, la 2, la 4, la 5 y la 6 -l o de la 3 es opinable -, y ha aprendido a manejar las redes sociales.

Por ello, no cala el que Susana Díaz tenga que ir a declarar al Senado por el caso ERE, un caso en el que la Fiscalía acaba de señalar directamente a dos ex presidentes como Manuel Chaves y José Antonio Griñán, como responsables de la ciénaga del fondo de reptiles. Saltan nuevos casos de corrupción en Huelva y se siguen macrocasos como Invercaria, el fraude de la formación, el caso avales, las tarjetas sex-black y el caso FAFFE…Pues nada.

Por si fuera poco, se ha conocido la situación caótica de la sanidad andaluza con los médicos en la calle, el desprestigio de una educación alejada de la excelencia y controlada por la Inspección política, la persistencia del desempleo endémico, la pésima gestión de numerosos servicios, la situación de Andalucía en la cola de España y Europa en casi todos los indicadores de bienestar... Salvo el turismo, algo ajeno casi completamente a la gestión de la Junta, casi todo es mohína y en el umbral de un decrecimiento económico…Pues nada.

Es más, es que nunca como ahora el PSOE se había presentado dividido a las elecciones. Por una parte, los pretorianos de Susana Díaz, controlando lo que va quedando de lo que fue una maquinaria electoral impresionante y por la otra, sus saboteadores internos, el grupo de Pedro Sánchez, que, con su poder gubernativo desde la Delegación del Gobierno, mete cizaña para acelerar el resbalón de Susana Díaz… Pues nada.

En el caso del PSOE, está claro que son las circunstancias del temporal político que afecta al PP, lo que beneficia su permanencia en el poder. Se sabe que Juan Manuel Moreno es un mal candidato, no sólo por su escasa proyección externa, sino porque en el interior del PP su predicamento es casi nulo. Hombre de Soraya Sáenz de Santamaría y Javier Arenas, perdió las elecciones primarias y quedó como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando.

Pero no todo es culpa suya. Tómese nota del seísmo provocado por la señora Cospedal y sus encargos tenebrosos sobre Arenas y el más tenebroso aún, Alfredo Pérez Rubalcaba, algo que, en Andalucía, tiene un efecto abstencionista en sus filas, por hartazgo moral, ya impresionante. Además, y tómese nota, aunque quisiera, no puede hacer más que lo que Pablo Casado le deja hacer. Consecuentemente, lo que haya de pasar será cosa y responsabilidad del nuevo rector de la política en el PP y no de un jubilado precoz, que es lo que será Moreno en pocos meses.

Si el PP, como auguran las encuestas patrocinadas desde medios de izquierda, pierde la segunda posición en las preferencias andaluzas, el centro derecha clásico andaluz, ya herido por la presencia de Ciudadanos en el panorama político y advertido por la candidatura de Vox de que la pelea va en serio, no tendrá más remedio que proceder a una refundación de verdad. Vengan años. Y aunque lo consiga, en el horizonte sólo encontrara coaliciones si quiere gobernar alguna vez Andalucía.

Nada ha venido mejor al PSOE que la conducta felpudiana y ancilar de Juan Marín, que ha dejado hacer a su antojo al régimen socialista y que, ahora, con una sibilina estrategia electoral decidida bien arriba por Albert Rivera, sigue en sus trece de dejar gobernar al PSOE de Susana Díaz, un PSOE que le conviene, a nivel nacional, mucho más que el de Pedro Sánchez.

Por ello, a Susana Díaz le toca la lotería política cuando se radicaliza el discurso de Ciudadanos, pero por la derecha. Marín ha llegado a hablar de "dictadura socialista". Eso es lo que permitirá la división del voto del cambio entre PP y Ciudadanos, que podría haber optado, por ejemplo, por succionar el descontento de la izquierda moderada para dar posibilidades al cambio real de Andalucía. Inés Arrimadas, utilizada como ariete electoral, tiene por misión, lamentablemente, blanquear las fechorías de Juan Marín y minimizar sus efectos electorales.

La batalla entre PP y Ciudadanos, suicida pero deseada por muchos en ambos partidos, se ve intensificada y aumentada por la presencia de Vox en el panorama electoral que troceará aún más el voto de los partidarios del cambio político. Es decir, con tres partidos incapaces de llegar a una coalición por el cambio, el triunfo para Susana Díaz, mecanismo electoral de por medio, puede ser ya irremediable.

Y luego está el cortoplacismo de una Teresa Rodríguez, que es a la que mas interesa, realmente, un batacazo electoral de Susana Díaz. Forzada por sus fobias irresistibles, no ve siquiera que su presencia política en Podemos a nivel nacional, depende mucho de que, en Andalucía, el PSOE pierda su poder y sea el centro derecha el que gobierne durante unos años, años en los que podría situarse como primer partido de la izquierda tras la descomposición del régimen vigente. El futuro no es lo suyo.

Antes que eso, ya se ha apresurado a señalar que dejará gobernar a Susana Díaz y, atenazada por el miedo escénico de la colaboración entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, ha bajado el listón de su oposición visceral a la figura de la trianera. El único pastel que se comerá será el de una Izquierda Unida que nadie sabe ya ni lo que es ni dónde está y si baja en votos y escaños, el sabor del 2 D no será a miel.

Si todo sigue como va y no se prevén alteraciones isobáricas políticas de relieve, el PSOE de Susana Díaz, aun descendiendo en escaños, seguirá gobernando con la ayuda de un Podemos dividido, del Tribunal Supremo y las hipotecas, que unirá al PSOE con Podemos en la calle, ya se verá, de las porquerías internas del PP y del empeño de Ciudadanos por disputar la derecha a Pablo Casado en el Sur. Ah, y ya veremos si el Ciudadanos de Rivera y Marín no da otro triple salto mortal y se desdice de lo que dijo de no hacer presidenta a Susana Díaz con sus votos. Podría hacerla, no se olvide, con su abstención.

Dicho esto, estamos políticamente, mutatis mutandis, en las puertas del Infierno de la desolación para los partidarios de un cambio esencial en Andalucía o, si se quiere su versión castiza, los andaluces tenemos lo que nos merecemos o los que vivimos en el Sur no tenemos esperanza alguna. Dios quiera que me equivoque.

En España

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