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Pedro de Tena

Ella es la Oltra, la Oltra, porque la otra, Mayte, es la otra

Oltra es un ejemplo del falso feminismo de salón, de lo "público" que aplasta el honor y la dignidad privados de una menor privada de todo derecho.

Oltra es un ejemplo del falso feminismo de salón, de lo "público" que aplasta el honor y la dignidad privados de una menor privada de todo derecho.
La vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra. | EFE

¿Cómo es posible?, se preguntaba el titular del Juzgado de Instrucción nº 15 de Valencia, Vicente Ríos, ante la incapacidad de la directora territorial de la Consejería de Igualdad de Valencia, Carmen Fenollosa, para explicar cómo había aportado un documento a la causa que luego negaba haber recibido. El papel en cuestión, una orden judicial, tuvo entrada en la Consejería de Mónica Oltra pero no se obedeció, motivo por el cual durante demasiados días no se pudo alejar a un agresor sexual de su víctima. El agresor condenado era Luis Ramírez, el marido de la Oltra.

La impresionante aportación documental de Miguel Ángel Pérez deja meridianamente claro cómo ni la ley, ni las normas, ni las formas ni el más elemental sentido de la igualdad ante los usos administrativos de "lo público", tan caro a esa izquierda manipuladora, importan un bledo cuando de lo que se trata es de salvar de la imputación judicial a una señora, Mónica Oltra Jarque, vicepresidenta del gobierno valenciano y pieza de esa cosa bis de Podemos en Valencia aderezada con un toque de pancatalanismo.

Ya saben de lo que se trata, pero conviene recordarlo y repetirlo. En sentencia judicial se explicó, como hecho comprobado, cómo ese gran masturbador, el exmarido de Mónica Oltra, que era la titular de la Consejería donde trabajaba como educador, cogía la mano de una menor cuando creía que estaba dormida para aliviar su enfermizo apetito sexual. O sea, que, abusó de una joven de 14 años, no una ni dos sino muchas veces, estando bajo custodia pública del gobierno valenciano y siendo su esposa la segunda autoridad de la Generalidad. Nada más por esto, Mónica Oltra, la Oltra, debería haber dimitido por dignidad y vergüenza cuando por fin se descubrieron los hechos.

Al abuso sexual depravado, hay que añadir el abuso legal y protocolario de un señor, Luis RamÍrez, que se permitió redactar las normas que definían qué hacer en un caso como el suyo. Entre otras lindezas, logró que los hechos no se pusieran en conocimiento de la Policía. Todo debía quedar en el centro para mejor auxilio, tiene cojones, de los intereses de la menor. Es que da un asco insoportable. Y luego, una y otra vez, a tapar y a trampear a ver si era posible escapar del cerco judicial. Casi cinco años después, la Oltra está a punto de ser imputada por presunto encubrimiento del abuso, pero de dimitir nada de nada. ¿Cómo es posible que los votantes dignos de esta izquierda, si los hay, no hayan pedido a gritos la dimisión de Oltra?

Ella es la Oltra, la Oltra, todo un ejemplo del falso feminismo de salón, del 8-M pandémico, de la violencia de género –no cuando se trata del ex marido, claro–, de lo "público" que aplasta el honor y la dignidad privados de una menor privada de todo derecho, del silencio de las corderas del odio al varón –no a éste, claro–. Pero la otra, que parece sacada de la famosa canción española de Quintero, León y Quiroga cantada por la valenciana Concha Piquer, es la que no ha tenido amparo, ni respeto, ni consideración ni capacidad para decir que no es no. Es la menor, Mayte, que no es la única víctima valenciana:

¿Por qué no tiene familia,
ni perrito que le ladre,
ni flores que la diviertan,
ni risa que la acompañe?
Del por qué de este porqué,
la gente quiere enterarse,
cuatros suspiros responden
y no los entiende nadie
y no los entiende nadie.

La Oltra es la Oltra. Pero Mayte, la menor, con algunos cambios…

Ella es la otra, la otra,
y a nada tuvo derecho,
porque no valió la pena
para ninguno de ellos.
Ni ley que la protegiera
ni puerta donde llamar,
cuando a escondidas manchaban
lo que no debían manchar.
Con tal que vivas tranquila,
qué importa que ella se muera.
Se llama Mayte. Es la otra.
Tú Oltra, la consejera,
la que calló, la que quiso
que nadie la defendiera.

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