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Presente y pasado

Chusma política / Católicos en el Frente Popular

De los políticos españoles de mediados del siglo XIX decía un embajador inglés: "Son golfos de primer orden, unos petimetres fanfarrones, mediocres alumnos de actores de segunda fila del Theâtre Français". Nos cuenta el "popular" Ignacio Cosidó que el caso Faisán es "la mayor vergüenza, traición e ignominia en la lucha contra el terrorismo". Acosados por el caso Gürtel (por cierto, ánimo a Costa: que los actores de segunda no paguen por los peces gordos), los populares ensayan la farsa, haciéndoses los indignados. ¡No, hombre, no! No ha habido tal lucha contra el terrorismo, sino colaboración con él, y el caso Faisán, con todo lo que revela de putrefacción de algunos jueces y policías y de todos los políticos sociatas, es casi una fruslería al lado de los aspectos políticos de esa colaboración. En la que han participado de lleno Rajoy y su camarilla. ¿Cómo lo han hecho? Desactivando el movimiento ciudadano de protesta e imitando el estatuto catalán, clave de toda la maniobra. Señoritos golfos y actores de medio pelo.

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La semana pasada, en Época:

CATÓLICOS EN EL FRENTE POPULAR

El periodista Daniel Arasa ha escrito Católicos del bando rojo, donde descubre el mediterráneo de que también hubo católicos en el bando del Frente Popular; y el político Durán i Lleida ensalza el libro como "muy necesario en una sociedad que ha tenido la costumbre de reescribir la historia según quien gobierna". El señor Durán debe de haber vivido en un país distinto de España, porque aquí la historia predominante en los últimos tiempos del franquismo era la izquierdista, y lo siguió siendo en la transición, bajo UCD, más acentuadamente bajo el PSOE y bajo Aznar, no digamos ahora mismo, en que la historia ha entrado en fase oficial de falsificación pura y dura, quizá más aún en Cataluña que en el resto del país. Bajo Aznar salieron apologías de Azaña, las Brigadas internacionales fueron puestas oficialmente por las nubes, y comenzaron los manejos de la "memoria histórica", con enorme proyección mediática. Excepto por unos pocos que nos hemos opuesto a esa corriente, la historia abrumadoramente mayoritaria ha sido, con cualquier gobierno, la misma que satisface a Durán y a tantos más. Lo que ha ocurrido es que en los últimos años algunas obras contrarias a las versiones de izquierdas han alcanzado gran difusión, la historia digamos oficialista no ha logrado refutarlas, y el señor Durán, afecto a la historia subvencionada, se siente desconcertado.

Se nos informa de que el libro "desmiente el tópico de que todos los católicos apoyaron a Franco en el 36". Un supuesto tópico que nadie sostiene, en realidad, por lo que ya nos ilustra sobre la falsificación de principio. Nadie ignora que hubo muchos católicos soldados, gente común, algunos políticos, militares intelectuales y hasta curas en el bando del Frente Popular. Los primeros, en su mayoría, porque "les tocó" y no pudieron o no quisieron huir, bastantes por no poner en peligro a sus familias y otros, en fin, por razones diversas y a veces llamativas. Estas cosas ocurren siempre, pero lo importante en la historia es el carácter fundamental que toman los hechos, no las excepciones o hechos secundarios.

Y los hechos son que el bando rojo empezó ya en 1931 a quemar iglesias, bibliotecas y centros de enseñanza por el delito de ser católicos. Que durante la república no cesaron las provocaciones, insultos y vejaciones a los católicos. Que en la insurrección guerracivilista de 1934 decenas de clérigos fueron asesinados y más iglesias destrozadas. Que al imponerse el Frente Popular en febrero del 36, los ataques y propaganda contra la Iglesia llegaban a incitaciones al asesinato, con incendio de centenares de templos, joyas artísticas o históricas no pocos de ellos. Que apenas reiniciada la guerra en julio de ese año comenzó una campaña de exterminio del clero, quema sistemática de iglesias y monasterios, incluyendo archivos y bibliotecas invalorables, robo también sistemático de bienes diversos, y hasta destrucción de cruces y lápidas en los cementerios. Esto no es propaganda, son hechos indudables, y no hace falta ser creyente para entender su significado.

Ello vuelve muy curiosa la actitud de los políticos, intelectuales y hasta curas católicos del bando rojo. Suele mencionarse el caso del general Aranguren como "fiel a su juramento a la república". Al parecer no se enteró de que la legalidad republicana fue asaltada en octubre de 1934 y concienzudamente arruinada en 1936. Y que lo fue precisamente por el bando rojo al que sirvió. Al parecer, una de las persecuciones más sanguinarias de la historia no impresionaba demasiado a ninguno de esos católicos, ni les daba motivo suficiente para caracterizar a los perseguidores. ¿Qué maravillas verían en ellos? Posiblemente las mismas que ven ahora en la ETA determinados obispos y curas, sobre todo en Vascongadas. O que han llevado a tantos clérigos a apoyar el comunismo, el separatismo y otros movimientos "liberadores".

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Carta abierta de Vidal-Quadras a Rubalcaba

"El motivo por el que te dirijo estas breves líneas es formularte una pregunta apoyándome en la conocida afirmación de Claude Lévi-Strauss de que la sabiduría no consiste en proporcionar las verdaderas respuestas, sino en formular los verdaderos interrogantes.

Así, tú y yo, tanto si tienes a bien contestarme como si optas por no hacerlo, saldremos de este lance un poco más sabios. Hoy he leído con estupor en titulares unas declaraciones tuyas en las que sientas la tesis siguiente: "Lo que España no puede hacer es negar la decisión de un Parlamento democrático elegido por los catalanes". Es decir, que la soberanía indivisa del pueblo español consagrada en la vigente Constitución de 1978 con inequívoca rotundidad en su artículo 1.2 no es tal y que, por el contrario, son las asambleas autonómicas las que han de prevalecer en sus decisiones sobre la voluntad general de la Nación, perfectamente definida, sin ambigüedad alguna, en el artículo 2, donde, también de forma clara y precisa, se establece que soberanía y autonomía son cosas distintas. La primera, asociada al poder constituyente, corresponde en exclusividad a la Nación española en su conjunto, mientras que la segunda, expresada en los correspondientes Estatutos, queda obviamente subordinada a la primera.

Tú eres una persona de sólida formación y probado rigor intelectual –no en vano procedes, como yo, de las ciencias "duras"– y, por tanto, eres absolutamente consciente de que al situar a la soberanía nacional, de la que es depositaria la ciudadanía española en su totalidad, sin que quepa fragmentarla o distribuirla en compartimentos, por debajo de las resoluciones adoptadas por un parlamento autonómico, estás diciendo un disparate monumental y faltando a las solemnes promesas que hiciste, tanto al tomar posesión de tu cartera ministerial como de tu escaño de Diputado en el Congreso. A partir de estos hechos indiscutibles, mi pregunta es:

¿Por qué has pronunciado públicamente unas palabras que hacen un daño inmenso a la Nación a la que te has comprometido a servir y que sabes sin ningún género de duda que son falsas?

Espero con impaciencia tu respuesta o tu silencio. La una me permitirá comprender hasta qué punto has perdido cualquier escrúpulo moral, el otro revelará que te queda una sombra de vergüenza".

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