"Ven, quítame la tristeza": http://www.youtube.com/watch?v=qZxZGiEArB0&NR=1

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Escribe un amigo, citando fuentes del INE:

¡Os mando un archivo con los nombres de recién nacidos más frecuentes por comunidad autónoma en 2009! Cosas llamativas a bote pronto: 1.- La apabullante presencia musulmana en Ceuta y Melilla. TODOS los nombres de varón más frecuentes (los diez primeros) ya son moros-musulmanes. En mujeres es casi lo mismo. 2.- En cambio, no hay nombres moros, o apenas, en las comunidades autónomas donde hay muchos nacimientos de madre marroquí (Cataluña, Murcia o La Rioja). Eso debe indicar que aún no consideran que tienen masa crítica como para atreverse a ponerlos. Pero la tendrán, porque hay provincias donde los moros llegan a aportar el 10% - 15% de los nacimientos. 3.- En el País Vasco y Cataluña la presencia de nombres autóctonos-nacionalistas es apabullante, pese a que ahí también en apellidos la gente se llama más que nada, como en toda España, García, Martínez, López, Pérez, Sánchez… Es el totalitarismo nacionalista ambiental que fuerza a que los padres a "vasquizar " o "catalanizar" de nombre a sus hijos (por eso el gran Casillas se llama Iker). 4.- Y casi lo más preocupante de todo: en Navarra, el 63% (ponderado por su frecuencia) de los nombres más comunes de chico entre los diez primeros son vascos. (En realidad no son vascos, es decir, no tienen la más mínima tradición vasca. Son nacionalistas, inventados ayer mismo para oponerse a los nombres tradicionales y crear una diferencia artificial con el resto de España. Por cierto que también se cambian algunos los apellidos: la traición a los padres y a la realidad histórica y cultural española, en función de las torpes invenciones separatistas. Como es sabido, el hermano de Sabino Arana vasquizó los apellidos de su esposa, Egüés Hernández, en "Eguaraz Hernandorena" (Por cierto, Egüés era vasco, lo que ignoraba el vascómano. Ver polémica entre nacionalistas http://foros.abc.es/cgi-local/forosabc/ultimatebb.cgi?ubb=print_topic;f=31;t=004624. ).

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Poder y clase social (anterior, 11, de mayo: "Lucha por el poder y los visigodos)

Uno de los análisis en apariencia más formidables del poder es el marxista. Según él, el poder solo existe en forma de estado en las sociedades civilizadas, esto es, de clases en su concepto, ya que en las anteriores reinaría un comunismo primitivo sin poder propiamente dicho. La evolución social tendería, después de diversas fases, de nuevo a un comunismo más elaborado, donde el poder (el estado) desaparecería, previa una etapa de socialismo o dictadura proletaria encargada de barrer los restos sociales de la sociedad de clases.

Así, el poder no sería otra cosa que la dominación de una clase sobre las demás para asegurar una forma de economía beneficiosa para dicha clase superior (la explotación de la inmensa mayoría), mediante un aparato coercitivo y de violencia, el estado. Esta concepción tenía una sencillez explicativa que permitía echar por tierra las complicadas explicaciones, conceptos y prácticas del derecho o de la religión, y no es de extrañar su popularidad, que prosigue actualmente de muchos modos, arraigada incluso en intelectuales burgueses: bajo las invocaciones a la justicia, al derecho, a la verdad en general, etc., se mueve el interés de clase, y el análisis encuentra ese interés sin demasiada dificultad (por ejemplo: a lo largo de la historia ha habido diversas formas de producción y de poder: los intelectuales "filisteos" burgueses, pagados por el capital y al servicio consciente o inconsciente de él, pretenden que el capitalismo es la forma lograda y en adelante eterna de la economía y del poder. Esa crítica está presente, en formas más o menos dispersas y atenuadas, no solo en la izquierda, sino también en la derecha

Pero, de modo análogo a lo que observábamos con respecto al anarquismo, la práctica ha demostrado que las sociedades que se pretendían socialistas, es decir, encargadas de abrir paso al comunismo por medio de un poder especial y transitorio, creaban lo contrario: un poder omnímodo y brutal como nunca antes, un endiosamiento fantástico de los líderes, un círculo vicioso teórico por el cual las ideas de justicia, derecho, etc., se condensaban en el "interés del proletariado", interés definido por la pequeña minoría (el "partido") que, por ello mismo, se hacía la dueña absoluta de todo. Socialmente, el resultado era una tendencia a simplificar las "clases" en dos: esa minoría con poder absoluto sobre el conjunto de la sociedad y propiedad absoluta sobre toda la economía, y una masa desprovista de derechos reales, sometida a la interpretación arbitraria de sus "intereses" por el partido, a un permanente lavado de cerebro propagandístico a escala nunca vista antes y a una economía cuartelera, por no decir carcelaria, cuando no de permanente racionamiento. Esto no puede ser casual, pues se ha repetido desde la URSS a Cuba, desde China o Corea del norte a Camboya.

La idea debe ser examinada en sus dos partes: la de que el poder es "malo" –aunque sea un mal necesario— y qué sean las clases sociales.

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****La argumentación anglómana en relación con Irlanda, sigue esta pauta: puesto que el IRA es un grupo terrorista, deben descartarse como falsas aquellas acciones de los ingleses en las que el IRA justifica sus actos. Pero no es así de ningún modo. Los actos criminales, incluso genocidas, de los ingleses en Irlanda y otros lugares son evidentísimos y bien documentados.

En relación con Gibraltar, vienen a decir que qué más nos da tener una colonia en nuestro territorio si es una colonia inglesa. O que el hecho no tiene mayor importancia. Si no la tiene, ¿por qué no devuelven los ingleses la colonia? El desvarío anglómano es realmente increíble, mata las neuronas tanto como el sentimiento de dignidad. Es una variante de la mentalidad donjulianesca.

Todo el problema de Gibraltar radica en que los ingleses están convencidos de que los políticos españoles son simplemente unos bocazas y unos corruptos ajenos a todo concepto de dignidad. Y no les falta bastante razón.

****Hay firmas pidiendo que los componentes proetarras (y prosociatas, no hay ninguna contradicción) del Tribunal Constitucional salgan del mismo. Lo que habría que pedir es que fueran a la cárcel por colaboración con banda armada, junto con el gobierno en pleno. Lo demás son pamplinas. Parece que los políticos (esos del tribunal lo son) tienen impunidad para traicionar la Constitución, el estado de derecho y a la propia España. Esto no puede tolerarse indefinidamente por más que, por ahora, esos golfos se rían.

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Una sociedad en transformación (de La Transición de cristal)

En los diez años aquí establecidos para la Transición (1969-1979) no solo hubo cambios políticos. Poco tratados por la historias de la época y de la etapa socialista ha sido el cambio de actitudes sociales y costumbres hasta extremos antes impensables; bastantes de ellas no muy satisfactorias en cuanto a salud social o calidad de vida. (…)

Ocurrió sobre todo, y con rapidez, entre los jóvenes, ampliándose pronto a otras edades. Bajo el franquismo, los jóvenes mostraban poco interés por la política, absorbidos más bien por el trabajo o las expectativas de empleo, el noviazgo y la familia, la diversión, etc. Existía una minoría, sobre todo universitaria y también obrera, intelectualmente inquieta y ávida lectora, en particular de literatura marxista, a veces anarquista, influida por las corrientes de izquierda francesas y menos por la contracultura y movimientos anti Vietnam useños. Otra minoría de profesores usaba las cátedras para difundir ideas "progresistas". Índice de ello fue la popularidad, en esos medios, de Muñón de Lara, historiador comunista que, desde su La España del siglo XX, publicada en 1965, seguidas por otras del mismo estilo sobre metodología histórica (obviamente marxista) o el movimiento obrero. Muñón había ganado prestigio a partir de seminarios en la universidad de Toulouse, donde formaba discípulos que llegarían a dominar bastantes departamentos universitarios en España, precisamente los más activos y de aire innovador. Se leí a Marx, Engels, Marcuse, etc., que circulaban legalmente, y había editoriales como Ciencia Nueva o Castellote, dedicadas a publicar libros de ideología marxista. Muy influyente entre el sector universitario más inquieto era la revista Triunfo, activa difusora de tendencias izquierdistas y claramente pro comunista. En muchas facetas, su papel sería heredado por El País.

Después de Franco, muchos jóvenes y adultos se apuntaron a un antifranquismo imaginario, inventándose biografías y sucesos. El izquierdismo sufrió una bajada en su nivel intelectual y fervor, imponiéndose el estilo "progresista" o "progre". Pero pronto las modas juveniles más llamativas derivaron hacia el "pasotismo", jactancioso de "pasr de todo", empezando por la política, con ostentación de frivolidad y una especie de anarquismo algo infantil, en reacción incrédula y despectiva hacia ideas que tanto habían motivado a parte de la generación joven anterior.

Paradigma del nuevo clima juvenil fue la "movida madrileña", cuyas conductas y gustos irradiarían a todo el país. La movida (palabra algo torpe, de significado difuso) giraba en torno a una música de calidad mediana o baja, canciones de letra simple, a menudo referida de modo banal al sexo o la droga. Su valor intelectual fue insignificante, si bien con algunas pretensiones, a nivel de tebeos o cómics, fanzines, etc. Se pusieron en boga estilos macarras o chelis de vocabulario pobre, emocional, sobrecargado de palabrotas y de jerga carcelaria. Se multiplicaron los bares con un nivel de decibelios que impedía conversar (y que causaría problemas auditivos a muchos de sus parroquianos), así como los recitales o conciertos donde la droga era de rigor. Barrios enteros, con frecuencia los más bellos y antiguos de muchas ciudades, fueron ocupados por las "movidas" para trasnochar, despreciando al vecindario con un estruendo que impedía el descanso de los trabajadores. Siempre se había trasnochado en España más que al norte de los Pirineos, pero antes los ruidos cesaban a medianoche. Ahora, los trasnochadores dominaban la calle y la policía apenas actuaba, como no lo hacía ante muchas conductas semidelictivas. La tendencia cuajaría años después en el botellón, reuniones nocturnas de masas de adolescentes y jóvenes con abundante ingesta de alcohol y estupefacientes.

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EL LIBRO NEGRO DE LA IZQUIERDA ESPAÑOLA

(José Javier Esparza (editor), con J.C Girauta, Pío Moa, A. D. Martín Rubio, Jesús Palacios, Gustavo Morales, Francisco Olaya, Manuel Monzón, Isidro Cunill, Fernando Paz, Ricardo de las Heras, Juan Antonio Tirado, José Mª Zavala, José Carlos Rodríguez.

Un análisis demoledor de la izquierda española

La izquierda española por su dogmatismo, por su escasa talla política, fue la responsable directa de que el sistema de la Restauración no cuajara en una democracia moderna. Fue la responsable de que se asentara la dictadura de Primo de Rivera —que contó con el PSOE entre sus apoyos— y a la vez de que ésta terminara fracasando.

Fue la responsable del marasmo de la II República, dominada por las querellas del bloque republicano-socialista. Fue la responsable de que la vida republicana se convirtiera en un infierno político con golpes como la revolución del 34.

Fue la responsable de que aquí hubiera una guerra civil después de episodios tan siniestros como el asesinato de Calvo Sotelo a manos de policías socialistas.

Fue la responsable de que el bando republicano en la guerra civil terminara cayendo en manos de la Unión Soviética de Stalin.

Fue la responsable de un terror ciego en la retaguardia.

Fue la responsable de un robo a gran escala contra el patrimonio de los españoles.

Fue la responsable de una inepta política de oposición a Franco, y después a punto estuvo de dar al traste con la transición, una vez más por su sectarismo, por su dogmatismo y por su escasa talla política.

Contra lo que dice la propaganda, lo cierto es que la mayor parte de los logros colectivos de los españoles en materia de libertades no ha sido obra de la izquierda, sino más bien de la derecha. Y en la época más reciente, la izquierda española nos ha llevado a todos a las simas más siniestras de la peor política con episodios como el terrorismo de Estado, la negociación con ETA, la vinculación del PSOE en el golpe de Estado del 23-F o su papel en el atentado del 11-M, el laicismo llevado al extremo, la corrupción y la utilización

del poder en beneficio propio.

Esta es la realidad de la izquierda en España que varios historiadores, periodistas e investigadores de primera línea analizan en esta obra que desenmascara sin cortapisas de ningún tipo la verdad de los daños producidos por la izquierda