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Presente y pasado

Franco y los franquistas

En Época

Ha observado Ricardo de la Cierva que "quienes estaban más obligados a defender la memoria de Franco no lo han hecho; o peor aún, han emprendido para ello caminos equivocados, en política y en acción cultural, que han perjudicado la figura de Franco tanto o más que las actuaciones y tergiversaciones enemigas". Así es. A raíz de la transición, y como parte del desarme moral de la derecha, la mayor parte de esta no solo permitió sin la menor resistencia la oleada de ataques al difunto Caudillo, sino que colaboró con ella tratando de congraciarse con la izquierda y los separatistas, y de apestar a quienes, como el propio don Ricardo, se negaban a comulgar con ruedas de molino. Porque se trataba de ruedas de molino de un volumen y tosquedad difícilmente superables.

La causa de esa actitud en tantos ex franquistas radicaba en su temor a pasar por poco demócratas... cuando el hecho histórico es que la democracia proviene de aquella dictadura y no de la oposición a ella. Y que esa oposición, muy al contrario de la imagen divulgada por ella misma, podía invocar cien años de democratismo exactamente igual que los famosos cien años de honradez. Sin embargo se expresaban con tal agresivo descaro que recordaban los republicanos advenedizos de 1931, con quienes solían identificarse los antifranquistas y de quienes decía un Lerroux ya curado de sus viejos extremismos: "No traían saber, ni experiencia, ni fe, ni prestigio. Nada más que esa audacia tan semejante a la impudicia, que suele paralizar a los candorosos y de buena fe cuando la ven avanzar desenfadadamente, imaginando que es una fuerza de choque". Aquellos franquistas metidos en un curso acelerado para dejar de serlo, hacían el papel de los "candorosos" de Lerroux, unos por ignorancia del pasado, otros por incapacidad para analizarlo, y por tanto para aclarar a la población la historia real.

Los "candorosos" se sentían en desventaja porque, naturalmente, el franquismo del que ellos procedían había sido una dictadura, y parecía que debían ser demócratas todos los contrarios a ella mientras existió o, mucho más a menudo, cuando ya no existía. Esta desvirtuación pudo funcionar porque la ignorancia o inepcia de esa derecha solo podía compararse con su escaso valor moral. Hoy sabemos que la oposición activa a Franco nunca fue democrática, sino partidaria de una dictadura totalitaria, es decir, mucho peor que la franquista; que fueron el PSOE y los separatistas catalanes, y luego el Frente Popular, quienes destruyeron lo que de democrática tenía la república y organizaron la guerra civil; que durante toda la dictadura franquista no existió alternativa democrática real a ella, ni presos demócratas en sus cárceles; que incluso al principio de la transición los partidos contrarios a Franco no querían mejor cosa que una ruptura para recuperar algo parecido a su añorado Frente Popular...

El ambiente de falsificación histórica se completó con las nostalgias de un sector derechista anclado en visiones políticas propias de los años 40, convencido de la conveniencia de otra dictadura y anhelante de un nuevo Franco que, desde luego, no encontraba por ninguna parte. Los llamados "ultras" quisieron recuperar también el estilo violento de épocas ya muy pasadas, lo cual venía muy bien a sus contrarios para desacreditarles y, algo bastante peor, para falsear la realidad histórica. Como indica De la Cierva, esos franquistas tan a destiempo han perjudicado la figura de Franco tanto o más que los antifranquistas totalitarios o retrospectivos, no menos extemporáneos.

No se trata de asuntos meramente históricos: la cuestión de Franco es el nudo de las opciones políticas de la España actual. Para afrontar el proceso de involución en marcha, la democracia debe reconocer su origen en el franquismo, debe impedir que los demagogos corten sus raíces.

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**** Señor Moa: me temo que su último libro Franco para antifranquistas va a tener muy poco éxito. Lo he leído y me ha parecido muy bueno, como casi todos los suyos, sobre todo los aspectos que no había tratado antes, así la situación de la mujer, de los idiomas catalán, vasco y gallego, el planteamiento de la disyuntiva entre dictadura totalitaria y autoritaria, y demás. Otras cosas no son tan nuevas. Pero los antifranquistas no van a leerlo, porque son, y lo digo por amplia experiencia, unos completos fanáticos. Y los franquistas tampoco, porque dan por sabido lo que usted dice. Aunque en realidad lo que dice es bastante contrario de lo que ellos van sosteniendo por ahí. Leo su blog a menudo, y fíjese usted: creo que no he visto ni un comentario sobre el libro, ni de los "franquistas" ni de los "antifranquistas", y hasta algunos se han quejado y dicen que por qué no deja usted el tema. No quiero desanimarle, todo lo contrario, se lo aseguro, y ojalá su libro funcione, pero permítame esta opinión desinteresada.

L.M.G.R.

**** http://www.elmanifiesto.com/_franco_para_antifranquistas.asp

**** ¿Quieres dejar de ser parte de la mayoría silenciosa? Envía mensajes de apoyo a Federico y a César Vidal a la COPE y a las direcciones de los obispos.

**** "Estamos firmando un acuerdo con lealtad, pensando en el futuro", ha dicho Iñaki Oyarzábal". La lealtad de Oyarzábal. Y la de Pachi. Dos leales... al futuro. Pero recordamos el pasado.

**** Diálogos mafiosos: Zapatero, a UGT: "Necesito vuestro cariño". "Eso es cuestión de precio". "No importa, tenemos dinero público" ."Pero estamos en crisis". "Tampoco importa. Hay prioridades".

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Educación para la ciudadanía y totalitarismo

De ningún modo puede ser pasado por alto el hecho de que la llamada Educación para la ciudadanía sea promovida por un partido de muy documentado historial mafioso, causante principal de la guerra civil, enemigo de Montesquieu y marxista, es decir, totalitario, hasta hace bien poco, sin que haya cambiado su marxismo por ninguna otra cosa. Y "orgulloso de su historia".

Este hecho crucial lo olvidan, sin embargo, bastantes intelectuales. No les importa, según parece, ponerse al servicio de un poder corrompido hasta el tuétano. En cuanto reciben la oferta de la mafia gobernante hacen agua sus pretensiones éticas. ¿Qué importa quien pague, si paga? Debe reconocerse que la tentación no es fácil de resistir. Y no me refiero solo al dinero, pues el pago incluye también, y aún más, vanidad satisfecha, influencia social, sensación de poder o la impresión de estar modelando a su gusto a las nuevas generaciones. Tiene mil formas.

La disposición de muchos intelectuales a servir a poderes totalitarios tiene tradición larguísima, desde que Platón diseñó la monstruosidad de La República, antecedente teórico de los totalitarismos del siglo XX, todos ellos bien surtidos de intelectuales afectos. Lógico: su idea clave es que existe una ciencia del comportamiento humano, que deben aplicar los doctos en ella. La ciencia del bien y del mal, por fin alcanzada.

Savater lo explica así: "Los padres tienen derecho a formar religiosa y moralmente a sus hijos, pero el Estado tiene la obligación de garantizar una educación que desarrolle la personalidad y enseñe a respetar los principios de la convivencia democrática, etc. ¿Acaso esta tarea puede llevarse a cabo sin transmitir una reflexión ética, válida para todos sean cuales fueren las creencias morales de la familia?".

Naturalmente, la "reflexión ética válida para todos" es la de Savater, Marina y otros servidores del poder. Reflexión, por lo demás, directamente enfrentada –no lo disimulan– a la educación moral y religiosa a la que tendrían derecho los padres. ¿Cuál debe prevalecer? Por supuesto, ha de prevalecer la "reflexión" de esos intelectuales, respaldados por el poder del Estado. Pero eso del Estado resulta algo vago, así que seamos más concretos: respaldados por el poder del Gobierno de turno. Más concretos aún: del Gobierno mafioso en el poder.

¿Están seguros Savater, Marina, etc. de que sus "reflexiones éticas" tienen el enorme valor que ellos les atribuyen? ¿Están seguros de que son realmente democráticas, teniendo en cuenta la amplísima experiencia histórica de atrocidades cometidas en nombre, cómo no, de la libertad, la ciencia y el progreso? Ningún intelectual, ninguna persona sensata, puede estar seguro de ese valor, y la soberbia de Savater y de Marina a este respecto llama realmente la atención. Un valor, además, negado desde el momento en que ellos mismos, con toda su supuesta lucidez, "olvidan" el carácter del Gobierno al que sirven. Pero la posibilidad de ejercer el poder les nubla la vista ante los hechos más crudos.

Tocqueville previó esta tendencia a crear un "poder tutelar que se asemejaría a la autoridad paterna si, como ella, tuviera por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero, por el contrario, no persigue otra cosa que fijarlos irrevocablemente en la infancia". Una infancia permanente, tutelada por los que "saben".

Cabe preguntarse si un poder acreditadamente democrático y virtuoso no podría imponer una auténtica educación para la ciudadanía. En el momento en que se propusiera tal cosa, sospecho, dejaría de ser democrático y virtuoso.

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