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Presente y pasado

Grande-Marlasca, por la justicia


Ha causado furiosa indignación en medios progres el archivo de la denuncia presentada contra mí por los apologistas de la cheka –comunistas de IU fundamentalmente, pero no solo– a raíz de mi libro Años de hierro. Como muestra, este botón:

"Un tipejo llamado Pío Moa, a la sazón pseudohistoriador y manipulador de la historia, con ayuda del juez Grande-Marlaska, ha sido liberado de la denuncia que le pusimos, en aras de una pretendida libertad de expresión que le permite insultar gravemente y mentir con descaro. Es el mismo juez que ha acusado de injurias graves, entre otros, a los dibujantes de El Jueves por aquella famosa viñeta, y a otros por razones mucho menos graves, a mi entender. Sin embargo deja claro que no es un delito llamar criminales a los que defendieron con dignidad la legitimidad de la República y decir, entre otras lindezas, que estaba justificado el asesinato de Las Trece Rosas y de Lluis Companys, oque Franco no ejecutó a republicanos sino que simplemente les escarmentó (…) Yo, que también firme la denuncia, no me arrepiento. Esto no es una derrota de los denunciantes, sino del Estado de Derecho que permite que tipos como el tal Pío Moa, con ayuda del juez Grande-Marlaska, pueda seguir falseando la historia y manipulando nuestra Memoria Histórica".

Estos maestros del lenguaje injurioso y provocador se duelen de su mala suerte por haber caído su denuncia en manos de un juez íntegro que no entiende, como otros, la justicia según convenga a la política del ejecutivo. Estos señores que han introducido el insulto, la calumnia y la falsedad sistemática en el lenguaje común de los medios, estos adecuados seguidores de quienes "defendieron con dignidad la legitimidad de la República", aseguran, refiriéndose a los stalinistas, marxistas, racistas y golpistas varios amalgamados de hecho o de derecho en el Frente Popular, estos señores, digo, no toleran que alguien les cante cuatro verdades. Y, de conformidad con su carácter, intentan silenciar a los críticos y "reeducarlos", como siempre han hecho los stalinistas.

Explican ellos mismos: de haber sabido que la denuncia recaería en Grande-Marlaska, la habrían retirado. Cierto. Esperaban que cayera en manos de jueces como esos para (es decir, contra) la democracia: la "justicia" al servicio del despotismo gubernamental.


El auto del juez argumenta: "En el caso de autos, compartiendo el juicio jurídico formalizado por el Ministerio Fiscal, valorando las expresiones proferidas por el denunciado, consistentes principalmente en: "… los que, defienden la Ley de Memoria Histórica, se identifican con los criminales, los de las checas", las circunstancias en que se refirieron, presentación de un libro [Años de hierro] en modo alguno podemos concluir sobre una animus injuriandi, ajeno al criticandi, disintiendo de la opinión, como dicen los denunciantes, mayoritaria. Destacar como en la expresión imputada a quienes se llama criminales, no lo es a los altos representantes de la nación, quienes votaron la Ley de Memoria Histórica, sino quienes actuaron en las llamadas "checas". El que se refiera que aquellos se identifican con los últimos puede considerarse desafortunado, pero nunca, siguiendo su propio tenor literal, y sin necesidad de mayores interpretaciones, que les abarque el concepto de "criminal".

En efecto, los criminales indudabilísimos son los de las chekas. Y los autores de la ley, los "altos (¿?) representantes de la nación" –nación en la que no creen–, se han identificado ideológica y políticamente con aquellos criminales, y lo han hecho de forma asimismo indudable, después de haber falsificado la historia de modo radical y nuevamente indudable. Estos no son insultos ni siquiera frases desafortunadas, sino hechos perfectamente constatables, reproducidos en el manifiesto por la Verdad Histórica, que vuelvo a exponer más abajo. Prueben, si no, a demostrar lo contrario, en lugar de intentar persecuciones gulagianas.

La libertad está siempre en peligro, y más en estos tiempos de involución política. Para constatarlo baste señalar este otro hecho: solo han salido en defensa de las libertades, nuevamente, la COPE, Libertad Digital, Intereconomía y muy pocos más. Nadie, absolutamente nadie, en el mundo progre, ha protestado por la denuncia de corte chekista contra mí, por este intento de acallar una crítica que, además, se ha demostrado completamente veraz; por este ataque directo a la libertad de expresión. Nadie en la dirección del PP ha levantado tampoco la voz para condenar el desafuero. Nadie en El mundo, Abc, La Razón, por supuesto en las televisiones, tan mayoritariamente afectas a la telebasura. Triste, muy triste. Y muy revelador. ¿Qué clase de demócratas son todos ellos? ¿Qué democracia puede salir de tales actitudes?

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MANIFIESTO POR LA VERDAD HISTÓRICA
Diversos políticos y partidos propugnan una determinada visión de nuestro pasado mediante la llamada Ley de Memoria Histórica. Este acto, por sí mismo, constituye un ataque a las libertades públicas y la cultura.
De modo implícito, pero inequívoco, la ley atribuye carácter democrático al Frente Popular. Hoy está plenamente documentado lo contrario. Dicho Frente se compuso, de hecho o de derecho, de agrupaciones marxistas radicales, stalinistas, anarquistas, racistas sabinianas, golpistas republicanas y nacionalistas catalanas, todas ellas ajenas a cualquier programa de libertad.

También está acreditado suficientemente que, ya antes de constituirse en Frente, los citados partidos organizaron o colaboraron en el asalto a la república en octubre de 1934, con propósito textual de guerra civil, fracasando tras causar 1.400 muertos en 26 provincias; y que, tras las anómalas elecciones de febrero de 1936, demolieron la legalidad, la separación de poderes y el derecho a la propiedad y a la vida, proceso revolucionario culminado en el intento de asesinar a líderes de la oposición, cumplido en uno de ellos. Esa destrucción de los elementos democráticos de la legalidad republicana hundió las bases de la convivencia nacional y causó la guerra y las conocidas atrocidades en los dos bandos y entre las propias izquierdas.
La Ley de Memoria Histórica alcanza extremos de perversión ética y legal al igualar como "víctimas de la dictadura", a inocentes, cuyo paradigma podría ser Besteiro, y a asesinos y ladrones de las checas, cuyo modelo sería García Atadell. Así, la ley denigra a los inocentes y pretende que la sociedad recuerde y venere como mártires de la libertad a muchos de los peores criminales que ensombrecen nuestra historia. También erige en campeones de la libertad a las Brigadas Internacionales orientadas por Stalin, a los comunistas que en los años 40 intentaron reavivar la guerra civil o a los etarras que emprendieron en 1968 su carrera de asesinatos. ¿Cabe concebir mayor agravio a la moral, la memoria y la dignidad de nuestra democracia?

La falsificación del pasado corrompe y envenena el presente. Nos hallamos ante una clara adulteración de nuestra historia agravada por la pretensión de imponerla por ley, un abuso de poder acaso compatible con aquel Frente Popular, pero no con una democracia moderna. La sociedad no puede aceptarlo sin envilecerse: los pueblos que olvidan su historia se condenan a repetir lo peor de ella. Que el silencio no nos condene.

Pío Moa (historiador), César Alonso de los Ríos (ensayista), Federico Jiménez Losantos (ensayista y periodista), José María Marco (historiador), Adolfo Prego (magistrado del Tribunal Supremo), Milagrosa Romero Samper (historiadora), Pedro Schwartz (catedrático Universidad), José Luis Orella (historiador), Ricardo de la Cierva (historiador), Jesús Palacios (historiador), Juan Carlos Girauta (ensayista), Sebastián Urbina (profesor de Filosofía del Derecho), César Vidal (historiador), Eugenio Togores (historiador), José Vilas Nogueira (catedrático Universidad ), y 7.640 firmas más.

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