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Presente y pasado

La legitimidad del rey y el desprecio a la verdad / Gibraltar y casta política / Emigración irlandes

Los campeones de la manipulación insisten en que el rey "ganó su legitimidad al parar el golpe del 23-F". Olvidan, claro está, que lo paró gracias a la legitimidad y la autoridad que le había dado Franco, hecho indudable que he recordado en La Transición de cristal. Hoy sabemos, pese al sistemático embaucamiento de la opinión pública, que en el golpe o autogolpe estaban comprometidos desde el rey a Felipe González, y que su origen estaba en la situación desastrosa creada por Suárez. Para comprobarlo no tienen que leer solamente el libro de Jesús Palacios: les basta observar el tipo de "desmentidos" tan característico de dictaduras y no de un país de prensa libre (tomo de los excelentes resúmenes de prensa de Pilar Díez): "Teorías conspiratorias trufadas de conjeturas chismosas" dice Ignacio Camacho ¿Cuáles, en concreto? ¿Podría rebatirlas? "Es asombroso que publicistas y otros contemporáneos que no hicieron nada por oponerse al golpe den pábulo ahora a teorías conspiratorias que consideran inspirador de la intentona a quien la paró", nos cuenta el Chafardero Indomable, también conocido por El País ¿A qué hora la paró, en concreto, y por qué? Eso nunca se ha explicado oficialmente. El Chafardero reproduce su titular de entonces: Viva la Constitución. El mismo periódico que ha contribuido más que ningún otro a hundirla y a colaborar con la ETA (¡Ah, la "solución política" para los asesinos!) Quizá lo más gracioso sea lo de José Antonio Vera: centra su "información" en el supuesto robo de bebidas y similares por los invasores del Congreso, análisis político do los haya. El Mundo repite la letanía de que el rey "se ganó ese día su legitimidad", aunque en el contexto de la frase lo pone, por lo menos, en duda. El propio rey dice, contradiciendo otras palabras suyas, que sabe perfectamente lo que ocurrió el 23-F. Cierto que lo esencial se sabe, pero no es nada seguro que coincida con su versión. En cualquier caso ¿podría explicar esta, en detalle, a los españoles, o podrían explicarla sus portavoces?

Lo único que queda claro es que esa gente no tiene modo de rebatir las investigaciones de Jesús Palacios. La política tiene en España, desde hace muchos años, un repulsivo aire de truco de malabaristas cutres. El país vive en estado de farsa. ¡Y algunos creen que es la única manera de salvar las instituciones!

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****Tele Cinco, la televisión basura por excelencia, está poniendo a votación la demolición del Valle de los Caídos, exigida por los chorizo-talibanes. ¿Por qué no exige alguna asociación la demolición de esa televisión-basura y la pone a votación "democrática"? En fin, la vileza que no cesa. Ya lo decían Azaña, Marañón y tantos otros: aquella mezcla de botarates y delincuentes ha dejado amplia herencia.

****Blog, Sinrocom: Ellos tienen la flema y nosotros la flama. No sabemos argumentar sin agredir dialécticamente a nuestros adversarios. Ellos saben como discutir sin levantar la voz, lo cual es casi imposible para un español. Son culturas muy diferentes. Creo que en el caso español es más cuestión de incultura, de mala educación, aunque ni todos los ingleses ni todos los españoles son así. Los debates en los países anglosajones pueden ser mucho más duros que en España, en el fondo y a veces en la forma. Y a quien le gusten las algarabías puede disfrutar con las que se arman a veces en el Parlamento británico. Aquí me sorprende, en los blogs, por ejemplo, sin excluir este, la agresividad y hasta el odio con que se olvidan los argumentos para caer en el mero insulto, casi siempre sin otro motivo que la discrepancia de quien insulta, y sin el elemento de ingenio que podría darle alguna gracia. No es un signo de españolidad, sino de impotencia intelectual. No tienen más que ver la respuesta que he obtenido a las sugerencias de debate en torno a las cuestiones planteadas en mis libros: una mezcla de injurias torpes, insidias, intentos de censura y boicot. Si verdaderamente esto fuera una característica "española", habría que tirar la toalla, porque todo esfuerzo en contra resultaría inútil.

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Gibraltar

Es evidente que gran parte del valor que tenía Gibraltar para Inglaterra se ha ido con su imperio. Pero la mentalidad inglesa sigue siendo en buena medida imperial. Retiene territorios menores y bases militares en diversos puntos del mundo, y es el país de Europa occidental que más gasta en fuerzas armadas: casi 70.000 millones de dólares en 2009, comparados con 67.000 Francia, 61.000 Rusia o 48.000 Alemania. Solo dos países tienen mayores gastos militares: Usa y China, pero RU dedica a ellos una mayor proporción de su PIB: 2,5% frente a 2% de China. El porcentaje useño, en cambio, llega al 4,3%. Gibraltar tiene además un carácter simbólico que sería idiota desconocer para un país apegado a sus tradiciones y muy respetuoso con los símbolos. (http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/gibraltar-a-la-espera-9133/. El artículo está publicado en 2002)

Con todo, no por eso la economía deja de contar mucho, muchísimo, para Londres. El régimen franquista le causó una seria perturbación en ese terreno al cerrar la verja del peñón y simultáneamente acosarlo en la ONU, con bastante éxito: el franquismo dispuso de una buena diplomacia, realmente brillante si la comparamos con todo lo que vino después.

Hoy, España ha perdido todas las posiciones ganadas hasta la transición, en gran medida por esa aberración histórico-política de negar el origen de nuestra democracia en el régimen de Franco y cultivar un antifranquismo grosero hasta lo analfabeto. Para colmo, esos peculiares antifranquistas han revalorizado la posesión inglesa de Gibraltar no solo para la propia Inglaterra, sino también para Usa y la OTAN, por la simple razón de que el control de un punto estratégico de tal importancia debe estar en manos de un país estable. Y la política exterior española desde Suárez ha sido un modelo de demagogia, por no decir de tontería: cesión casi permanente ante Marruecos, chalaneos con países totalitarios o con grupos terroristas como la OLP, "pacifismos" antioccidentales, corrosión del propio ejército y del espíritu militar, etc., todo ello combinado con fáciles cambios de postura ante otras presiones internacionales, e incapacidad para sacar partido de las propias ventajas. Un ejemplo clásico sería la actitud del PSOE flirteando con Moscú y contra la OTAN para cambiar radicalmente en cuanto le llamaron la atención desde otras instancias, y entrar en la Alianza en condiciones pésimas, no solo dejando seguir la colonia inglesa en Gibraltar, sino facilitando a esta convertirse en un emporio de negocios turbios. Véase también la actitud abiertamente traidora de PSOE en la crisis de Perejil, su apoyo al terrorismo islámico en Irak, o ahora mismo la adopción de medidas ante la crisis solo por exigencia imperativa de Obama y de Merkel. Un país en manos de una casta política como la que padecemos, no puede ser serio ni estratégicamente fiable. Un Gibraltar en manos inglesas significa algo para la defensa occidental. En manos de politicastros como los que ahora tenemos, de izquierda y de derecha, no significaría casi nada.

Quiero decir con esto que el problema de Gibraltar es ante todo el de nuestra casta política. Como lo es el de la ETA y tantos más. Por eso denunciar la presencia de la colonia inglesa es denunciar a una clase de políticos corruptos que empieza por conculcar la democracia en sus propios partidos: unos partidos no democráticos pretenden dirigir una democracia. El resultado lo vemos cada día. En Gibraltar también, que no es un problema de tercer orden, como algunos suponen.

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Gran hambruna (III) Aspectos de la emigración

La terrible cifra de muertos por hambre (estimada entre uno y más de dos millones) pudo haberse más que duplicado de no haber emigrado, desesperados y en las peores condiciones, otros tantos irlandeses, sobre todo a Usa. Generalmente tenían que reunir dinero todos los familiares para pagar el billete de barco a un hijo o una hija, que una vez en Usa, si encontraba trabajo, enviaba dinero a su familia para que pudieran pagar otro pasaje. Así se formaba una cadena de auténticos huidos de la muerte. El camino a los puntos de embarque era ya una prueba física extremadamente dura para una gente muy debilitada, y muchos fallecían por el camino. A menudo pasaban ante grupos de chozas quemadas por las autoridades que desahuciaban a los desgraciados. Existía una política implícita, y a veces explícita, según la cual Irlanda debía perder gran parte de su población, a fin de dedicar la tierra a pastos. La hambruna fue vista por numerosas autoridades –y desde luego las más influyentes—como una gran oportunidad de eliminar el "problema", por muerte y emigración.

Así, el Times de Londres se felicitaba ante aquella marea humana: "Dentro de poco será tan raro ver a un celta en las orillas del Liffey como a un piel roja en las orillas del río de Manhattan". "La ley ha cruzado Irlanda. Ha instruido con las bayonetas y se ha explicado mediante la ruina. Las poblaciones destruidas, las columnas extraviadas de exiliados, los asilos que se han multiplicado pero continúan abarrotados, todo esto conduce a la determinación legislativa para rescatar a Irlanda de su vieja y astrosa barbarie y para implantar allí las instituciones de esta tierra más civilizada". Por cierto que la expulsión masiva y violenta de campesinos se había practicado en Inglaterra ya en el siglo XVI y volvería a hacerse en Escocia en el XIX (las Highland clearances, o "limpieza" de las Highlands. El término "limpieza" ya indica una concepción genocida, más o menos consciente. En España, aunque con menos brutalidad, ocurrió con la Desamortización de Mendizábal). A veces, los propios terratenientes ayudaban a pagar el pasaje para librarse de la gente, aunque muy a menudo los expulsaban sin más. Los que pagaban, afirmaban que la emigración era voluntaria y pregonaban su contribución como un acto de amor fraterno, cuando se trataba de un cálculo desvergonzado. Decían también que querían "limpiar" sus tierras de los malos aparceros y quedarse con los buenos. Los navieros anunciaban facilidades y créditos para "los caballeros que deseasen "enviar fuera el exceso de arrendatarios", tratados así como ganado. El periodista John Mitchel, indignado ante una política que podía calificarse justamente de genocida, escribió con desesperada ironía que recordaba a Swift: "Mis queridos hermanos excedentes, tengo un proyecto simple, sublime y patriótico que sugerirles. Deben tener muy claro que ustedes son un excedente, del que hay que librarse de un modo u otro. No esperen vergonzosamente a que el hambre se los lleve. Si deben morir, mueran gloriosamente, sirvan a su país con su muerte y rodeen sus nombres con un halo de gloria patriótica: elijan dos millones de árboles en toda la isla y cuélguense de ellos".

Cada barco que transportaba para su escala en Liverpool a cientos de emigrantes amontonados en la cubierta, sufriendo el mareo de la gente inhabituada al mar y expuestos al mal tiempo frecuente, llenaba asimismo sus bodegas con carne, granos y mantequilla producidas en Irlanda. Los mismos cerdos iban alojados más confortablemente en la entrecubierta. Las numerosas protestas y peticiones eran inútiles: los soldados protegían siempre eficazmente los víveres contra los hambrientos. La tremenda afluencia de gente dio a las navieras inglesas unos beneficios fantásticos, porque los precios no fueron rebajados, tal como justificaría alguna interpretación de la ley de la oferta y la demanda. Tampoco se aumentaron las lanchas salvavidas, irrisoriamente insuficientes. Algunos ingleses, el propio Times mostraban cierta aprensión ante el odio que estas conductas estaban generando entre sus víctimas.

****Nuestro simpático a la par que fanático anglómano intenta rebatir el carácter genocida de la Gran Hambruna mostrando una increíble insensibilidad hacia las víctimas y reproduciendo la más gruesa propaganda justificativa inglesa. Que, por cierto, no difiere esencialmente de la propaganda justificativa staliniana. Y luego se sale con la confesionalidad del estado en España para justificar el ataque sistemático a los católicos en RU. Olvida que en España apenas había protestantes, no eran un verdadero problema, mientras que los católicos eran una parte muy significativa de la población de RU. Y que por eso mismo se les aplicó una política que, no por casualidad, desembocó en la Gran Hambruna. Nada ni remotamente parecido ocurrió en España con los muy escasos protestantes que había (y que solían promover la Leyenda Negra). El problema protestante en España se remonta al siglo XVI, y a quien quiera tener una visión un poco amplia de él me permito recomendarle mi Nueva historia de España, ante todo porque ofrece un punto de vista poco habitual por estos pagos.

**En cuanto al libro de Gallagher, declara Percy que es "un libelo". Demostrar que es un libelo una investigación desagradable, exige algo más que la declaración. Y menos defendible es dar implícitamente por correctas las interpretaciones justificativas, a menudo auténticos libelos con pretensiones de objetividad que naufragan ante los hechos indiscutibles: millones de irlandeses murieron o fueron forzados a huir de su país. La dimensión de esa catástrofe resume el balance entre las buenas y las malas intenciones y medidas tomadas por los ingleses: resume la política practicada desde Londres. No fue la plaga de la patata, sino la política inglesa previa la que causó el desastre, primero, y luego lo empeoró, aunque incluyera algunas medidas paliativas, cuya eficacia ponen de relieve las crudas cifras. El libro de Gallagher no es un panfleto, aunque a veces exprese indignación. No del todo injustificada, a decir verdad. Está bastante bien documentado y si sus datos se pretenden refutar al estilo anglómano, pues la cosa queda todavía más clara.

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