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Regina Otaola

Seductores o excéntricos

Al alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, ha sido la Ley y no las artes de la seducción la que le ha obligado a izar la enseña nacional en la fachada del Ayuntamiento.

Parece que Ibarretxe no ha logrado todavía "seducir a España", como pedía Imaz, aunque tal vez sea yo la que equivoco los términos al asociar "España" al "Gobierno de España", de la misma manera que el lehendakari se equivoca al asociar la totalidad del "Pueblo Vasco" a su persona. En cualquier caso, ahora que hay en mi partido quienes abogan por el acercamiento a los nacionalistas como estrategia para "recuperar el centro de Aznar", cabe recordarles que ni el PNV ni CiU son los que eran antes de los Pactos de Estella y del Tinell, y nuestros votantes lo saben muy bien porque no nos hemos cansado de denunciarlo en la pasada legislatura.

El Pacto del Tinell prohíbe a sus firmantes llegar a cualquier tipo de pacto con el PP, y es que en realidad no se trata más que del Pacto de Estella ampliado a los socialistas, contando en ambos casos con la inestimable aquiescencia de ETA. Si el acuerdo frentista de los nacionalistas vascos con ETA supuso traicionar el "espíritu de Ermua", el acuerdo por escrito entre las fuerzas catalanas supuso abrazar la "tregua" para Cataluña (y por ende las tesis) de los terroristas después de Perpiñán.

Nosotros, los "inmovilistas" del PP, no hemos podido acercar o distanciar posturas de los nacionalistas en la pasada legislatura porque, básicamente, ellos jugaban al otro lado del muro construido para marginar a media España del Gobierno y de las decisiones relevantes sobre la Nación. Ahora parece que algunos pretenden culpar al PP del disenso con los demás partidos, como de la propia ruptura de la unidad en la lucha contra el terrorismo, pero ninguna de estas acusaciones se sostiene y se ha comprobado hasta la náusea en la pasada legislatura.

Dirán los apologetas del moderantismo en política, parafraseando a los socialistas vascos y al propio ex presidente del PNV, que hay que seducir a los nacionalistas, y ello con la burda justificación de pretender "modernizar España". A mí me lo han dicho en varios foros a cuenta de la izada de la bandera española en los ayuntamientos vascos, pero la realidad al final se impone y demuestra que todo este tipo de excusas antidemocráticas sólo sirven de coartada para que los nacionalistas "se sientan cómodos" y legitimados para incumplir la Ley.

Al alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, ha sido la Ley y no las artes de la seducción la que le ha obligado a izar la enseña nacional en la fachada del Ayuntamiento. Me imagino que el requerimiento habrá sido tan amable como el de Hacienda cuando nos impone hacer la declaración de la renta. Pero desde luego nunca podrá ser tan amable como el ruego o súplica a ANV registrado en los ayuntamientos vascos como "moción ética" por PNV y PSE, que matan así dos pájaros de un tiro porque demuestran su talante amable para con los proetarras (nacionalistas "de pura cepa", recuérdese) mientras evitan presentar una moción de censura que incomode a unos y a otros, a ETA-Batasuna y al propio PNV (EA-EB-Aralar).

Esta estrategia socialista que ha incrementado la ofensiva nacionalista aunque el voto útil haya recaído en el PSOE nos aboca directamente a la ilegalidad (nueva negociación con ETA o, en su defecto, con el propio Ibarretxe sobre los postulados del Pacto de Loyola) y a la propia negación de la Nación española como una democracia liberal protegida por un Estado de Derecho.

Pero lo que es mero y exitoso tacticismo político por parte del PSOE, creo que se convertiría en una auténtica estrategia suicida para el PP, porque cabe recordar que son los nacionalistas los que no están dispuestos a acercarse al PP, que para eso ya está el PSOE que además paga más y mejor a sus aliados separatistas por la ayuda prestada en la gobernabilidad del "Estado español" (ese ente represor según los aliados de Rodríguez Zapatero en el Congreso, en Galicia, en Cataluña y también en el País Vasco).

Además, se ha demostrado en pueblos como Lizarza que el PP puede y debe ocupar el espacio abandonado por el PNV y no por una mera cuestión de votos, sino porque es su obligación democrática frente a la deserción generalizada de los representantes políticos, que han abandonado a los vecinos de esos pueblos a la mafia terrorista de ANV-ETA.

En este sentido, si los ciudadanos, votantes (del PP o no), no ven claro que el PP es la opción que puede garantizar su protección, la de su vida, la de su hacienda, la de su misma libertad de expresión en lugares como Cataluña y el País Vasco, nuestro partido se verá abocado a una sangría electoral inevitable. Porque hoy en España lo que se echa en falta es la defensa de la Nación como garantía de las libertades públicas e individuales de todos los españoles, iguales ante la Ley y solidarios entre ellos.

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