La crisis, la famosa crisis: ¿Cuántos hubieran despedido a Zidane en enero? ¿Cuántos hubieran vendido a Bale, Benzema, Cristiano, Ramos, Isco.... durante los últimos veranos? ¿Cuántos hubieran realizado tantos cambios en la estructura de este club como para dejarlo absolutamente irreconocible? ¿Cuántos exigieron el fichaje de un director deportivo? ¿Cuántos hablaron de la falta de proyecto blanco?
Es oficial: el Real Madrid es un equipo de leyenda. Un club hegemónico que ya no compite con el Barcelona, la Juve, el United o el Atlético; el Madrid sólo lucha contra la historia del fútbol y del deporte. Esta fantasía blanca se ha convertido en un hecho mientras el antimadridismo genera tanta bilis como para llenar un estadio entero de fútbol.
Contó (de forma magistral) Ignacio Salazar-Simpson en el documental 'Bernabéu', que el verdadero equipo del Régimen no era el Real Madrid sino el Atlético y cómo los blancos tuvieron que sobreponerse a las circunstancias para ganar todo lo que ganaron en aquellos años. El Real Madrid actual se encuentra en una situación similar. El antimadridismo mediático y la utilización política o secesionista de algún club ponen la similitud en las circunstancias.
Durante las últimas tres décadas del siglo XX, los merengues padecieron el olvido de los éxitos europeos. Alguna UEFA menor cayó al estilo de la Europa League pero aquellos años quedan en un extraño periodo entre grandes títulos porque al final, la realidad es que desde la leyenda de Santiago Bernabéu hasta la épica de Florentino Pérez, el Real Madrid no ha dejado de ser el mejor club del mundo.
Esta final nos deja a Cristiano, se marche o no, como el mejor jugador del mundo. A Zinedine Zidane como una leyenda de los banquillos a pesar de no ser capaz de ganar a La Roda en Segunda B y a un club, el Real Madrid, como el mejor de todos los tiempos y batiendo su propio récord de Champions consecutivas, algo que tardarán muchos años en batir otros clubes.
Y todo esto en crisis...