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John F. Stossel

Mississippi tiene un lugar para los héroes: la cárcel

Pero hacer dinero no es un mal, es bueno. La vida moderna es posible gracias a quienes trabajan para hacer dinero. Y hacer beneficios de "aprovecharse" de la gente en dificultades satisfaciendo sus necesidades es mejor aún.

John Sheperson es un héroe. Cuando el Huracán Katrina golpeó a Estados Unidos, puso las noticias y supo que la gente de Mississippi había perdido el suministro eléctrico. Necesitaban generadores desesperadamente. Decidió ayudarles, al tiempo que se ayudaba a sí mismo. Cogió prestado dinero, compró diecinueve generadores, alquiló un U-Haul y condujo 600 millas hasta Mississippi, donde ofreció los generadores en venta al doble del precio que él había pagado por ellos. Compradores ansiosos rodearon su ranchera. "La gente estaba encantada", dijo.

Entonces, ¿ los generadores acabaron en los hospitales? ¿En nidos? ¿Los funcionarios de Mississippi le dieron una medalla a Sheperson? No. Lo que hicieron fue encerrarlo, y también a sus generadores. "Nadie les dio ningún uso", dice Sheperson.

Tras el Katrina, Jim Hood, fiscal general de Mississippi, lanzó una cruzada contra "la especulación de precios". "Que la gente se aproveche de aquellos en dificultades", dijo, "viola todo estándar bíblico de moral que yo conozca".

La Biblia sí dice "da a quien pida", y si Sheperson hubiera donado esos diecinueve generadores y los hubiera llevado hasta Mississippi como acto de caridad, habría estado bien, según Jim Hood. Pero el fiscal general considera ilegal e inmoral hacer beneficios vendiendo a los desesperados a precios presuntamente "hinchados".

Pero hacer dinero no es un mal, es bueno. La vida moderna es posible gracias a quienes trabajan para hacer dinero. Y hacer beneficios de "aprovecharse" de la gente en dificultades satisfaciendo sus necesidades es mejor aún.

Hoy escuchamos hablar acerca de "especulación" en las gasolineras. Pero es simple oferta y demanda. Esas petroleras "avaras" no hacen prospecciones de petróleo y lo extraen por la amabilidad de sus corazones. Lo hacen por dinero, igual que John Sheperson. La esperanza de enormes beneficios es lo que les motiva a asumir los riesgos de descubrir nuevas fuentes de petróleo para satisfacer nuestras necesidades energéticas. Si las compañías pensasen que el gobierno "pone un límite" a los precios con el fin de mantener los beneficios "justos", tendrían pocos incentivos para asumir el riesgo.

La "especulación" de los precios es posible por necesidades extraordinarias, es decir, por aquellas ocasiones en las que la gente decide que obtener un generador es tan importante que están dispuestos a pagar dos veces el precio usual. Este libre comercio beneficia a ambas partes, o no lo acordarían: aprovecharse de la extrema necesidad de alguien significa satisfacer las necesidades extraordinarias de alguien y ser compensado lo suficiente por el esfuerzo inusual que tienes que llevar a cabo para poder hacerlo.

El economista de la George Mason University Russ Roberts señala que si el vendedor no elevase los precios tras un desastre, los suministros se desvanecerían. Los compradores con esa ansiedad a menudo compran más de lo que necesitan, por si acaso. Aquellos que no están los primeros en la cola pueden quedarse sin nada. "¿Cómo solucionas ese problema? ¿Y cómo seleccionas a aquellos que reciben los escasos suministros?"

Un modo es racionando, es decir, que el gobierno decida quién obtiene el qué. Otro modo es hacer que la gente espere en largas colas y dejar que la paciencia y la suerte determinen quién se queda con los bienes.

Pero el mejor modo es dar los bienes a aquellos que están dispuestos a pagar precios más elevados. Es lo mejor porque encamina los suministros a aquellos que los necesitan más y porque inspira a más gente a asumir los riesgos que asumió John Sheperson, o invertir en descubrir nuevas fuentes de (o sustitutos para el) petróleo. "Los precios elevados son buenos porque lo que hacen es dar a la gente –y a las compañías– el incentivo para traer suministro... y ayudar a la gente en momentos de crisis. Sin ese incremento del precio, ¿quién tiene incentivo para asumir el riesgo de acumular con el fin de cuidar de la gente?", dice el economista Roberts.

Puede no creer a Roberts o a mí cuando dice que "la especulación" es buena, pero ¿creerá a tres economistas ganadores del premio Nobel? El ganador del Nobel (1992) Gary Becker afirma que "la especulación" es el modo "mejor y más justo" de llevar suministros a aquellos que los necesitan más. "Eso es bueno", añade Vernon Smith (2002). Y Milton Friedman (1976), "Los 'especuladores' se merecen una medalla".

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