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Juan Morote

La manifestación de los niñatos

estos salvadores de la sanidad patria no entienden que el principio de libertad que les permite manifestarse es el mismo que ampara el derecho a la creación y elección de centros universitarios.

El Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina convocó para ayer martes diversas concentraciones para protestar en contra de la creación de once nuevas facultades de medicina en toda España. Para sostener su oposición, aducen que España no tiene un problema de falta de médicos. Aunque al detenernos en el comunicado de la convocatoria, observamos que también señalan que si un estudio riguroso avalase las necesidades de más médicos, en todo caso, eso sería tarea de la educación pública.

Esta turba de inmorales que enarbola la bandera del 0,7 es la responsable intelectual de que muera un niño de malaria cada tres segundos, por la prohibición del uso del DDT a nivel mundial. Los antiglobalización, los defensores de cualquier icono progre, están cooperando con su actitud a que muchos médicos del Tercer Mundo vengan a trabajar a España, porque nos faltan médicos, aproximadamente seis mil. Aquí la inmoralidad radica en que estamos robando a esos países el poco capital humano que habría de permitirles salir del subdesarrollo.

En el caso de Valencia los manifestantes, vocacionalmente liberticidas, pertenecen a un colectivo que se llama "Els cuatre gats" que en castellano significa "Los cuatro gatos", expresión que, como el lector conoce, sirve para designar un colectivo escasamente numeroso. Eso sí, en este caso estaba bien amparado y mejor financiado.

Estos estudiantes no quieren que se abran nuevas facultades de medicina de gestión privada, pero están encantados con que se aumenten las plazas que oferta la universidad pública, sea esta la que fuere. Concretamente en la Comunidad Valenciana, la Universidad pública de Castellón también ha solicitado ahora una facultad de medicina. Como era predecible, en las protestas estudiantiles no ha habido ni una sola mención a la misma.

Por lo tanto, se trata de un gesto sectario al más puro estilo rojiprogre. Pero hete aquí que los intereses formativos de los futuros estudiantes van por otros derroteros. Así, la facultad de la Universidad Católica de Valencia, una de las creadas recientemente, ha recibido ya cinco veces más peticiones de ingreso que plazas puede ofertar.

Es evidente que el temor que subyace en los estudiantes de las universidades públicas es el miedo a la competencia. Ese temor que tienen todos los adocenados por la sopa boba de la subvención pública, pues saben que se hallan en peor condición que sus nuevos competidores. Los "protas de la manifa" deberían exigir a los responsables y profesores de la universidad pública una mayor dedicación en la formación y menos pérdidas de esfuerzos en el adoctrinamiento y en la inducción del servilismo. Pero, en cambio, prefieren que nadie los haga enfrentarse con la realidad y optar por pedir medidas cercenadoras de la competencia, en un alarde de aldeanismo digno de estudio. ¡Como si España fuera un mercado cerrado y estanco dentro de la Unión Europea!

Estos niñatos no reparan en que la universidad pública, refugio de los doctrinarios de la izquierda más recalcitrante, también la pagan los estudiantes que se matriculan en la de gestión privada. La competencia siempre acaba por mejorar a los que compiten. En fin, estos salvadores de la sanidad patria no entienden que el principio de libertad que les permite manifestarse es el mismo que ampara el derecho a la creación y elección de centros universitarios.

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