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Michelle Malkin

Otro marine absuelto

Los parientes de los marines de Haditha han solicitado al Congreso que censure a Murtha, el cual sale huyendo a toda prisa hacia el ascensor más cercano cuando se le pregunta por las absoluciones de Haditha.

Un marine americano más, el teniente coronel Jeffrey Chessani, vio el martes pasado cómo todos los cargos contra él por la denominada masacre de Haditha eran desestimados. Este caso eleva a 7 la cifra total de marines absueltos o exonerados por este episodio de la guerra de Irak. El uso de la figura judicial de la "obediencia indebida" por parte de la fiscalía ha conducido a este desenlace del caso Chessani. Idea central: a falta de un juicio más, los fiscales militares van perdiendo 0 a 7.

Repito: en el caso Haditha la fiscalía pierde por 0-7. Sin embargo, está noticia no será destacada en el mismo tamaño gigantesco que estuvo usando una y otra vez New York Times cuando la historia salió a la luz. El Times, el congresista demócrata por Pensilvania John Murtha y el resto de los pacifistas que hace dos años estuvieron alimentando una campaña de difamación contra las tropas deberían callarse para siempre por pura vergüenza. Por supuesto que no lo harán. Perpetuar la cantinela de "los marines que matan a sangre fría" equivale a no tener que disculparse nunca.

Equivale a no tener nunca que mirar a los ojos del teniente coronel Chessani (acusación desestimada); del teniente Andrew Grayson (absuelto); del soldado de primera Stephen Tatum (desestimada); del capitán Lucas McConnell (desestimada); del soldado de primera Justin Sharratt (desestimada); del sargento Sanick de la Cruz (desestimada); del sargento Frank Wuterich (a la espera de juicio) y de los de sus familias, y además disculparse por el acoso y derribo preventivo del que todos fueron objeto por parte de la prensa histérica y hostigadora.

Mientras Murtha y compañía aplicaban a sus propios hombres y mujeres de uniforme el trato de la Reina de corazones ("¡Que les corten la cabeza!"), les concedían el beneficio de la duda a los extranjeros sospechosos de terrorismo detenidos en Guantánamo. Vale la pena recordar, porque la prensa no lo va a hacer por usted, las conclusiones a las que algunos llegaban a propósito del ya tambaleante caso Haditha en el verano del 2006, antes de que una sola acusación formal fuera presentada:

  • Keith Olbermann, verdugo de la cadena de televisión MSNBC, ansioso por definir toda la guerra de Irak en virtud de un solo momento del que no sabía nada, sentenció que el incidente era una "brutalidad ejercida con conocimiento de causa." ¿Respeto al proceso judicial? Para el asesino convicto de policías Mumia Abú-Jamal, por supuesto. ¿Para nuestro ejército? Claro que no.
  • La revista de extrema izquierda The Nation bramaba que "han emergido los datos suficientes (...) para concluir que (...) miembros del Tercer Batallón, Primer Regimiento, perpetraron una masacre." La publicación también dictaminaba que el incidente se trataba de "un acto de brutalidad selectiva y consciente diseñado para enviar un mensaje a los iraquíes". No contenta con condenar a las tropas, The Nation echaba la culpa al presidente y a la denominada "cultura de impunidad" que presuntamente impregna al ejército más transparente del mundo.
  • Bailando al mismo son que The Nation, el New York Times desataba un torrente de tinta en portada sobre el caso, llevando las cosas un poco más lejos en un editorial que culpaba no sólo al presidente Bush sino también a la cúpula militar del Pentágono de "la pesadilla" de las masacres de Haditha. El reportero del Times Paul von Zielbauer publicó más de 30 artículos sobre el caso, denominados alegremente por su periódico "la atrocidad definitoria" de la guerra de Irak.
  • Esperando facilitar una profecía auto-cumplida, las herramientas mediáticas de todo el mundo equiparaban Haditha con la atrocidad más infame de la guerra de Vietnam. Todos, desde el Guardian de Manchester ("Mai Lai sobre el Eúfrates") al Daily Telegraph de Londres ("Masacre en Irak exactamente igual a Mai Lai"), pasando por Los Angeles Times ("¿Qué pasó en el Mai Lai iraquí?"), Maureen Dowd en el New York Times ("Mi ácido Mai Lai dejà vu") y la agencia Associated Press, que a fin de ilustrar su artículo sobre Haditha buscó en su archivo fotográfico una imagen de 1970 de Mai Lai.
  • Y, por supuesto, queda la mancha permanente dejada por la propaganda difamatoria del congresista Murtha, una puñalada por la espalda a los Marines a la vista de todo el mundo: "Nuestras tropas sobreactuaron como consecuencia de la presión, y así asesinaron a civiles inocentes a sangre fría."

Los parientes de los marines de Haditha han solicitado al Congreso que censure a Murtha, el cual sale huyendo a toda prisa hacia el ascensor más cercano cuando se le pregunta por las absoluciones de Haditha. El y el resto de los traficantes de basura se han comportado de forma irresponsable mientras los efectivos y sus familias sufrían ataques globales en las ondas y una demonización eterna por escrito. ¿Dónde está exactamente la "cultura de impunidad"?

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