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Alfredo Galán, reconocido como el "asesino de la baraja" por una de sus víctimas

Eduardo S., el ecuatoriano que recibió el pasado siete de marzo en Tres Cantos (Madrid) un disparo supuestamente realizado por el presunto "asesino de la baraja", reconoció este viernes a Alfredo Galán como la persona que le disparó "tres veces y sin ningún género de dudas", según declaró su abogado.

LD (Agencias) Marcos García Montes, letrado de la víctima, Eduardo S., dijo que éste identificó a Galán en una rueda de reconocimiento celebrada en la sede de los juzgados de Madrid "inmediatamente, en dos segundos, por su cara, su físico y por su particular forma de andar, con el cuerpo y los brazos echados hacia adelante". El letrado expresó que "ni siquiera se fijó en las otras personas que estaban en la rueda, a los que apenas miró de refilón. Se dirigió al cristal y dijo: 'es este'".

En un comunicado, Eduardo S. asegura que "hoy es un día en el que no puedo ni quiero quedarme callado. He vivido una gravísima situación que ha marcado mi vida. Ahora lo que quiero es que este proceso termine cuanto antes para regresar a mi país". El letrado del ciudadano ecuatoriano, que distribuyó la nota entre los periodistas en la puerta de los juzgados de Madrid, afirmó que su representado, que ejerce la acusación, se "irá a Quito este fin de semana" y que regresará "cuando se inicie el juicio y se requiera su presencia".
El pasado día 24 el testigo explicó a la jueza de instrucción número 10 de Madrid su versión de los hechos del siete de marzo. En la instrucción relató que, entre las 2:30 y las 3 de la madrugada, cuando se encontraba en compañía de Ana A., vio como se acercaba un hombre "de apariencia normal y cara simpática", y detalló que se fijó en su rostro, del que destacó "el peinado de puntitas y la nariz aguileña", así como sus "ojos y cejas oscuras" y una altura entre 1,75 y 1,78 metros.
 
Concretó que el atacante era "unos diez centímetros más alto que él" -Eduardo mide 1,69 metros- y que para mirarle tuvo que levantar la cabeza. También relató que su vestimenta era "una cazadora 'bomber' oscura, pantalones como vaqueros oscuros", y una camisa "clarita con puntos oscuros". En este momento, el atacante se encontraba a unos quince metros del muro en el que estaban apoyados Eduardo y Ana y se aproximaba por un callejón "iluminado".
 
El testigo manifestó que no dio importancia a su presencia, puesto que en había más gente en la calle, por lo que continuó charlando con Ana. La segunda vez que vio al agresor, éste se encontraba a unos tres o cuatro metros, momento en el que Eduardo alzó la cabeza, si bien en esta ocasión no se fijó en su rostro. Posteriormente, Eduardo vio "una luz blanca" y cayó al suelo al tiempo que escuchaba a su acompañante preguntar: "¿por qué le disparas?; ¿estás loco?".
 
El testigo aseguró que, tras caer al suelo, sólo vio a Ana, por lo que no pudo observar cómo se marchaba la persona que le disparó. Además, detalló que sintió una hemorragia fuerte y vio sangre en su mano, y recordó la cara del hermano de Ana, "entre asombrado y cara de asco". El testigo dijo que se acercó un policía local, quien le pidió la documentación, a lo que él respondió que su situación en España era legal y que "por favor pidiera ayuda que se estaba desangrando".

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