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El rumano que asaltó un banco en Alcalá quería regularizar su situación y traer a su novia

El rumano responsable del asalto de este miércoles con rehenes a una sucursal bancaria de Alcalá de Henares, Ovidiu Anton, de 19 años, pretendía que se resolviera su situación irregular en España y que se facilitara la llegada de su novia desde Rumanía, según la Jefatura Superior de Policía de Madrid.

L D (EFE) Inicialmente el secuestrador, después de obligar a los rehenes a tumbarse en el suelo, mostró un arma larga y otra corta, así como un trozo de plastilina que dijo que era explosivo e hizo acopio de 30.000 euros que depositó en una bolsa. Las personas retenidas en el interior de la sucursal eran 18, de las que dos se encontraban en el cuarto de seguridad de la primera planta, once en la segunda y cinco en el patio de operaciones.

Andrés Hurtado, el negociador policial que fue pieza clave para el buen desenlace del suceso, compareció este jueves ante los medios de comunicación para explicar los detalles de lo ocurrido, aunque sin desvelar las técnicas y las estrategias que utilizó para la mediación. Hurtado se hizo cargo de la situación poco después de la entrada del rumano en la entidad, con el que habló por teléfono en una veintena de ocasiones y en dos de ellas pudieron verse directamente a través del cristal de la puerta del banco.

Ovidiu, que no había consumido drogas, estaba nervioso al principio porque "sabía que se había metido en un lío enorme", que estaba "en un túnel sin salida" y necesitaba "alguien que le ayudara a salir del problema que había creado". El joven quería inicialmente dinero y un televisor porque "quería ver el impacto que había tenido su acción", una petición esta última a la que accedió el jefe del operativo policial. "Fue un tira y afloja; ahí tuvimos el primer intercambio".
Pidió bocadillos y tabaco para los rehenes

El negociador le fue dando las características físicas de los agentes que le harían entrega del televisor y Ovidiu accedió a que saliera uno de los cuatro rehenes que se encontraban en el interior de la sucursal. Posteriormente, pudo abandonar el banco otro rehén después de que la Policía le hiciera llegar al delincuente bocadillos y tabaco que Ovidiu reclamó para las personas que tenía retenidas.

Hay un momento clave en la negociación, cuando Ovidiu le desveló al mediador que tenía un problema personal, "importantísimo para este joven en la última fase de la adolescencia". "Quiero traer a una persona de Rumanía, a una mujer", le dijo el delincuente. "Yo le dije que en todo lo que pudiera le ayudaría", relató el negociador, quien no obstante no prometió nada al joven, quien le contó en la decimosexta o decimoséptima conversación a su interlocutor que quería verle.

La primera vez que se vieron de frente, sobre las 18.00 horas, Ovidiu estaba parapetado detrás de uno de los rehenes y el negociador le dijo que no había necesidad de que le apuntara con una pistola y le pidió que hablaran de una forma más relajada. "A partir de ahí tuve la corazonada de que la cosa iba a salir bien", señaló el agente, quien conminó a Ovidiu en la segunda ocasión que le vio, una media hora después, a que "cuando le pareciera bien dejara salir a la gente y dejara las armas", una corta y una larga, que luego resultaron ser simuladas.
La colaboración del traductor

Fue el broche final de la negociación, que no obstante pasó por momentos "complicados". El peor, cuando en una de las ocasiones que hablaban por teléfono se oyó un ruido que provenía de las plantas superiores del edificio. Allí se encontraban once personas y dos más encerradas en un cuarto, y el agente utilizó "toda la habilidad para sujetarle".

Sentido común, sensatez y la plena convicción de poder solucionar el problema con el diálogo y no con la confrontación, fueron las técnicas que usó Hurtado, quien no obstante tuvo un colaborador "extraordinario", un rumano de 23 años que reside en Alcalá y que se prestó voluntario como traductor porque Ovidiu, aunque habla castellano, no entendía determinadas palabras.

La opinión personal del agente es que Ovidiu, "que es una persona joven y lleva muy poco tiempo viviendo en España, no tiene ningún tipo de connotación delincuencial profesional, sino simplemente que como consecuencia de un problema sentimental ha tomado esta decisión, que no es la más acertada". Cuando salió Ovidiu, el negociador quiso tener el primer contacto con él, lo cogió de una mano y de un hombro. Después, los agentes que participaron en el dispositivo le detuvieron.

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