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Ignacio Villa

¡Qué culebrón!

Cada día que pasa, la pirueta es más complicada, el estruendo interno más sonoro y los enfrentamientos más desaforados. El Partido Socialista, cada día que pasa, da un paso más contundente hacia el desastre. Pero lo realmente llamativo es que los socialistas que caminan hacia una inevitable debacle electoral, lo hacen a sabiendas y saboreando en público cada una de sus salidas de tono. Dirán lo que quieran, pero en el PSOE se viven días de una convulsión constante, con una crisis interna galopante y con una ausencia absoluta del más mínimo atisbo de liderazgo. Zapatero no está, ni tampoco se le espera. La nave de Ferraz camina sin rumbo, y si en breve nadie pone orden, el desaguisado será imprevisible.
 
Lo cierto es que no ganamos para sorpresas. Cada nueva entrega del culebrón socialista nos depara historias que nadie podía pensar hace muy poco tiempo. La penúltima ha sido las declaraciones "explosivas" de Rodríguez Ibarra. Lo dicho por el presidente de la Junta de Extremadura es un serio toque de atención para Zapatero. Como Ibarra, hay muchos otros socialistas que están hartos de que el secretario general del PSOE sea incapaz de poner orden de puertas adentro. "Parece que en el Partido Socialista hay que poner todo el sistema patas arriba para que te hagan caso", piensa más de uno. "Si eres fiel –vienen a decir–, te ningunean; pero si eres desleal te sitúan en un lugar de privilegio".
 
Desde luego, la dirección federal debe tener en cuenta las afirmaciones del presidente extremeño, no tanto por lo dicho –que también– como porque Ibarra no está solo. Hay mucho hartazgo en el PSOE, mucho hartazgo del liderazgo de caramelo de Zapatero. Figúrense si el "festival" esta montado, que hasta el Alcalde de San Sebastián, que siempre va “por libre”, ha reclamado un mayor liderazgo en el Partido Socialista. Desde luego, si en la calle Ferraz hubiera un secretario general con todas sus consecuencias, Odón Elorza estaría –como mínimo– expedientado desde hace mucho tiempo. Su caradura política ya no tiene límites.
 
Y mientras ocurre todo esto, lo más llamativo es cómo Rodríguez Zapatero hurta el cuerpo a la polémica. Huye del enfrentamiento, habla y no se moja, da luz verde a Maragall pero luego acota que el Gobierno catalán tiene que apostar por el marco constitucional. Zapatero se encuentra en un laberinto, sin salida y sin sentido, que puede ser su auténtica tumba. En el PSOE se van superando. Cada día lo hacen más difícil y más complicado. Si estamos donde estamos en esta crisis, ¿qué será mañana? Realmente inimaginable. El torbellino está en marcha, y es tan intenso que puede llevarse a cualquiera por delante.

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