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Se equivoca quien piense ahora que el penalti pitado por Tristante Oliva supone un buen negocio para el Real Madrid. Cualquier panorama, cualquiera, habría sido mejor para el equipo que preside Florentino Pérez que marcar de penalti injusto en el último minuto del partido. Habría sido indudablemente mejor que el Valencia hubiera ganado por 0-1. O que el asistente de Tristante no hubiera levantado jamás la bandera. O que, tras hacerlo, el árbitro hubiera tomado la determinación de no hacerle caso y dejar sin sancionar la pena máxima. O que, tras hacer caso a su asistente y haber pitado penalti, Figo hubiera lanzado el balón fuera o que Cañizares hubiera hecho un paradón. Cualquiera de esas situaciones habría sido mucho mejor para el Real Madrid, que ahora tendrá que soportar que los Caparrós de turno salgan a la palestra diciendo que roban los partidos. Este sería, en cualquier caso, el robobo del Bernabéu, puesto que a quien más perjudica es al Real Madrid.
 
Está claro que la política de silencio arbitral preconizada por Florentino Pérez ha fracasado. Los madridistas no comprenden que su presidente se calle cuando el perjudicado es el Real (que también ha habido partidos en que lo ha sido) mientras que los anti-madridistas entienden que si Florentino y Valdano se callan "será por algo". Está también muy claro que este asunto se le ha ido de las manos a la Federación Española que hace el "don Tancredo" ante una situación que cada día que pasa se enreda más y más. Villar no dice nada. No existe castigo para aquel que afirma que se ha perpetrado un robo en tal o cual campo de España. Los árbitros no protestan. Y, por cierto, el Barcelona, más de un año y tres meses después de los acontecimientos que lo provocaron, continúa sin cumplir la sanción de cierre del Camp Nou por dos partidos. Todo vale.
 
Si Jaime Ortí tiene pruebas de que Tristante robó al Valencia, lo que debe hacer es dirigirse rápidamente al juzgado de guardia más cercano y presentar la oportuna denuncia. Y si, a pesar de no tener más pruebas que otro de los innumerables errores arbitrales que se producen jornada tras jornada, Ortí sigue insistiendo en que eso es un "robo", Florentino Pérez tendría que denunciarle a él por difamación. El sábado, tras el 1-3 contra el Murcia en el que se produjeron al menos dos jugadas muy polémicas que beneficiaron al Sevilla, alguien le preguntó a Joaquín Caparrós por la actuación del colegiado. "No hablo de los árbitros", fue su contestación. ¿Cabe mayor cara dura? ¿Es posible mayor cinismo? ¿Durante cuánto tiempo más permitirá la Federación que sucedan estas cosas?

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