Decía el profesor Fernando Lázaro Carreter que con diez minutos de radio tenía más que suficiente para escribir otro "dardo en la palabra"; "y si es radio deportiva me sobran con nueve", añadía. El otro día un lector de Libertad Digital me preguntaba si yo creía que para ser periodista era realmente necesario estudiar una carrera, y le contestaba que lo único que consideraba imprescindible era leer mucho y escribir aún más. La lectura sería algo así como el entrenamiento semanal, el trabajo físico al que te someterías consciente de que sin él no podrías competir el próximo domingo. Lo que logras al escribir diariamente es desentumecer los músculos y comprobar prácticamente de qué forma te ayudaron tus lecturas anteriores. Lo habitual es que, cuanto más leas, más fácilmente puedas llegar también a expresar tus ideas. Aunque siempre están los genios como Ronaldo que, con un par de carreritas en los entrenamientos, tienen suficiente para golear el día del partido.
Me parece que el profesor era muy benevolente con quienes nos dedicamos a la radio deportiva al concedernos esos nueve minutos de cortesía. Yo me acuso de haber hablado en público del "colegiado" Tristante Oliva, término que, aunque está también referido por la Academia al árbitro de fútbol, no me gusta un pelo. E incluso habré empleado el vocablo "tridente" para referirme a los tres atacantes del equipo de turno. De lo que sí me acuerdo perfectamente es de haber llamado "físico" hace bien poco a un equipo, como si el rival no lo fuera también y se mostrara impalpable o hubiera desaparecido delante de nuestros propios ojos. Más grave es que definiera a Zidane como un futbolista "desequilibrante"; el francés tendrá muchas virtudes pero definitivamente no se encuentra entre ellas la de producir un desequilibrio entre los defensas rivales provocándoles que trastabillen y caigan desmayados al suelo. Espero no volver a repetirlo más.