Menú
Lucrecio

Terroristas mantenidos

La última noticia que tuve de ellos data de junio de 2002. Ibrahim Salem Abayat, Asís Abayat y Ahmes Hemamreh amenazaban con ir a la huelga de hambre. La Guardia Civil había osado vigilarlos, denunciaban. Era intolerable. Vigilarlos, a ellos, a ellos nada menos, que fueron acogidos por el Gobierno español tras su ocupación a punta de kalashnikov – y con secuestro de religiosos incluido – de la basílica de Belén. A ellos, que como tales, y como militantes del Hamas del difunto Jeque Yasín, sólo como héroes nacionales merecían ser tratados. A ellos, cuya extradición a Israel por los crímenes allí perpetrados fuera rechazada formalmente por los “reaccionarios” del PP.
 
Los tres héroes, importados por Aznar con cargo al erario público, eran, al fin, aspirantes a la santidad. Y Hamas, la ilustre ONG benéfica que inventó la autovoladura de mártires en medios de transportes bien repletos de población civil. Exactamente lo del Madrid del 11 de marzo pasado. Pero todo el mundo sabe que, si son de judíos, los cadáveres civiles no merecen ni ser contados.
 
Desde su adopción pública por la Hacienda española, los aprendices de martirológicas voladuras de infieles pasaron a residir en Soria. El Gobierno les garantizó, incluso, la rápida concesión de permiso inmigratorio para sus familias, no fuera a ser que les diera por deprimirse.
 
Por ahí deben seguir Ibrahim Salem Abayat, Asís Abayat y Ahmes Hemamreh. Y, tal vez, sus familias. Celebrando las hazañas de sus hermanos despedazadores. Con cargo a nuestro bolsillo. A eso se llama sensibilidad humanitaria. ¿Quién ha dicho que el Gobierno Aznar no era progresista?

En España

    0
    comentarios