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Lucrecio

Una extraña ignorancia

No hay, en política, negación de evidencia que resulte inocente. Negar lo que todo el mundo sabe cierto, tiene, en los proyectos medidos de un político, propósitos casi nunca confesables. No se trata tan sólo de mentir; eso puede hacerlo cualquiera, tan bien casi como un dirigente político. Se trata de reinventar el mundo a la medida de los proyectos de poder de aquel que habla.
 
Dos manifiestos atentados contra el principio de realidad marcan las declaraciones hechas este martes por el presidente Rodríguez Zapatero en el programa de Federico Jiménez Losantos:
 
1.      Que no hay relación alguna entre el resultado final de las elecciones y los atentados de tres días antes, porque  “si alguien cree que el voto se decide a última hora está muy equivocado”.
2.      Que no existe terrorismo islamista sino “terrorismo internacional”, y que, en todo caso, debería decirse “terrorismo de Al-Qaeda, porque todo es Al-Qaeda”.
 
No hace falta exprimirse el cerebro para constatar la falsedad factual de ambas afirmaciones.
 
1.      Que el voto de los electores del 14 de marzo se desplazó, como resultado de los atentados, en algo más de un 20%, es una cifra: la dan las encuestas del CIS. Cifra lógica, por lo demás. No hay una sola sociedad en la cual un acontecimiento cataclismático no desplace las intenciones de voto. Es parte del carácter vivo mismo del electorado. En nada invalida ni deslegitima el resultado electoral. Pero lo determina y permite entenderlo.
2.      Que no sea correcto hablar de terrorismo islámico -- o, si se prefiere, islamista -- , sino de “terrorismo internacional”, es una necedad. Internacional es un calificativo que no significa nada preciso. Internacionales (y, más aún, “internacionalistas”) han sido prácticamente todos los movimientos terroristas del siglo XX. En cuanto a pretender que se trate sólo de “terrorismo de Al-Qaeda, porque todo es Al-Qaeda”, el Presidente Rodríguez debiera consultar a sus expertos. Que le hablarían de al menos una buena docena de organizaciones armadas islamistas, con denominaciones muy diversas, funcionando en Europa, sin otro elemento identificador de conjunto que la literalidad coránica y la red de las mezquitas (en su inmensa mayoría financiadas oficialmente por Arabia Saudí).
 
La negación de realidad es tan explícita que resulta misteriosa. ¿Qué pretende Rodríguez negando cualquier elemento que permita entender la realidad? Tal vez sólo eso. No hay poder político más inquebrantable que el que se asienta sobre la ignorancia ciudadana. Y la burla de la inteligencia.

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