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Pablo Molina

De insurgentes a terroristas

Los integristas musulmanes atacan a los EEUU, es cierto, pero —diría Moore— aquello no es una democracia sino un Imperio; del mal

Hasta que se produjo el secuestro de los dos periodistas franceses, la opinión pública de aquel país era informada de las acciones que «la resistencia iraquí contra la ocupación militar americana» llevaba a cabo diariamente. Pues bien, según la recentísima teoría de la prensa francesa —ejemplificada perfectamente por el diario Le Monde—, parece que los que ponen bombas en Irak, asesinan civiles, secuestran o degüellan inocentes no son «rebeldes», «insurgentes» o «miembros de la resistencia», sino simple y llanamente —pásmense— terroristas. A secas. Como era de esperar, algunas bitácoras internacionales comentan esta sutil corrección de estilo.
 
«Quizá Christian Chesnot y Georges Malbrunot fueron secuestrados por error —declara el editor del segundo a Le Monde. Tal vez los secuestradores no sabían que eran periodistas y ciudadanos franceses». ¿Debemos suponer –añade el autor de la bitácora– que aunque no sea normal, sí puede esperarse que ciudadanos norteamericanos y de otras nacionalidades sean secuestrados (y decapitados)? ¿No es un error en estos casos?»
 
«Desde el secretario general de la Liga Árabe a la cadena Al Jazeera —continua el articulista de Le Monde— pasando por la televisión de Hezbolá, junto con la doble llamada del presidente palestino Yaser Arafat, la condena fue unánime. Asociaciones de periodistas, líderes de partidos políticos, periódicos árabes y autoridades religiosas musulmanas se sumaron al coro de voces, alguna de las cuales subrayó la simpatía de Francia por la causa árabe, mientras que otras destacaban el daño que los secuestros y las amenazas estaban haciendo al Islam y a los musulmanes en general.

Uno de los principales líderes del movimiento radical palestino (sic), Yihad Islámica, apeló a los secuestradores para que liberaran a los rehenes, quienes "son amigos del pueblo palestino y han visitado Palestina varias veces". Al Hindi añadió que "el asunto del velo no puede resolverse de esta manera, especialmente desde que la posición francesa respecto a la ocupación americana de Irak se situó al margen de la de otros europeos.

En "interés del Islam", Yaser Al-Serri, director del observatorio islámico londinense, la institución que defiende (sic) a los musulmanes en el mundo entero, y poseedor de cierta notoriedad entre los islamistas, pidió la liberación de los dos periodistas "quienes, a través de su trabajo, han ayudado a denunciar los crímenes americanos en Irak".»
 
Dejando al margen la siniestra división de los seres humanos en objetivos justificados del terrorismo según su procedencia, pues esto es lo que se desprende de la histérica reacción francesa —"a nosotros no"—, es necesario destacar también una de las mayores debilidades del pensamiento político contemporáneo —y en esto Francia es un paradigma— consistente en la creencia suicida de que la democracia no tiene enemigos. Los integristas musulmanes atacan a los EEUU, es cierto, pero —diría Moore— aquello no es una democracia sino un Imperio; del mal, para ser más exactos. El ejemplo de la continua presión terrorista sobre la incipiente democracia de Irak bastaría por sí sólo para desmontar este discurso, pero la izquierda no se atiene a razonamientos políticos basados en evidencias, sino a la habitual papilla intelectual fabricada por sus gurús en forma de mantras fácilmente digeribles. Esperemos que esta ignorancia de realismo político no acabe costándole la vida a los dos periodistas secuestrados. Por cierto, entre todas las súplicas del mundo árabe en pro de la liberación de los dos periodistas recogidas por Le Monde, no aparece ninguna procedente de las autoridades del vigente gobierno iraquí. ¿Por qué será?

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