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Jorge Vilches

La izquierda y los islamistas

la izquierda occidental encuentra justificaciones, causas para el terrorismo, pero los islamistas no distinguen entre apóstatas buenos y malos. La izquierda no se percata de que ningún occidental se escapa del dedo acusador islamista

A raíz de la notable participación en las elecciones en Irak, hay una conclusión general: la democratización del mundo árabe es posible. Pero hay otra, tan curiosa como preocupante: la  coincidencia entre las interpretaciones del mundo que hacen la izquierda occidental y los islamistas. Ambos señalan los mismos culpables, y apuntan soluciones no incompatibles.
 
En la izquierda europea había un deseo latente de que el proceso democratizador de Irak fracasara. La razón es que estaba patrocinado por el gobierno de EEUU, y que su éxito sería un espaldarazo a las tesis de los neoconservadores estadounidenses y, en consecuencia, a la Administración Bush. Es la segunda después de Afganistán. Ya no se podrá negar que la presencia militar de EEUU ha sido útil a la democracia.
 
Los islamistas creen que la democracia liberal es la forma de gobierno de las sociedades corruptas y corruptoras que pretenden humillar al Islam. El terrorismo de Al Zarqawi iba encaminado a impedir que los iraquíes votaran. Islamistas e izquierdistas compartían, por tanto, un mismo anhelo: urnas vacías.
 
Los islamistas y la izquierda coinciden en ser antiglobalizadores, antiliberales y antiamericanos. Ambos señalan a EEUU como al “Gran Satán” por ser el máximo representante del paradigma occidental. El mercado libre global es para unos y otros una forma de explotación, auspiciada por el imperialismo estadounidense. La guerra de Irak sólo tenía la motivación del petróleo; por lo tanto, destruir los pozos y denunciar el interés económico de la invasión son vasos comunicantes.
 
La violencia terrorista es una respuesta a la agresión de EEUU y sus países o gobiernos aliados. Estos, por definición, son tan terroristas y asesinos como Al Qaeda. La diferencia para la izquierda y los islamistas es que el terrorismo estadounidense y de sus aliados es el propio de Estados fascistas, mientras que el islamista es casi un fenómeno de liberación llevado a cabo por gentes pobres y desesperadas. Una pobreza y una desesperación creadas, no se olvide, por Occidente y, en especial, por EEUU. Sólo dos ejemplos de esto: los ataques y gritos de “asesinos, asesinos” que sufrieron los populares desde marzo de 2003; y las manifestaciones del “No a la guerra” en todo Occidente.
 
La solución que proponen la izquierda y los islamistas no es incompatible. Pasa por una reducción del papel internacional de EEUU a ser, básicamente, un Estado pagador, contando, cómo no, con su vuelta al aislacionismo de la doctrina Monroe. Además, el respeto a la soberanía intocable de los Estados, con independencia de si tienen un régimen que respete la dignidad del hombre; es el caso del genocidio que está llevando a cabo el régimen islámico de Sudán. Y coinciden en la necesidad de que retrocedan los valores occidentales basados en la libertad del individuo y en la moral de base cristiana. Es la ocurrencia del “matrimonio gay”, cuya argumentación gubernamental permitirá, al menos, la poligamia tradicional del Islam.
 
La consecuencia de estas coincidencias no es la correspondencia mutua: la izquierda occidental encuentra justificaciones, causas para el terrorismo, pero los islamistas no distinguen entre apóstatas buenos y malos. La izquierda no se percata de que ningún occidental se escapa del dedo acusador islamista. Culpar a EEUU, a Bush o a sus aliados occidentales no inmuniza ante el terror; tampoco la democracia y el libre mercado, pero son un paso muy importante hacia una paz entendida como la disminución posible de la conflictividad.

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