Me parece que hemos metido la pata con Joan Laporta. Lo que pasa es que, en el fondo, piensa que lo del otro día en El Prat fue una conspiración erótico-festiva orquestada por todos -desde la Guardia Civil, pasando por los controladores aéreos, las azafatas, el servicio de limpieza del aeropuerto, José Luis Núñez, la empresa que diseñó el arco de seguridad y, por supuesto, Sandruscu Rosell- para verle a él las pantorrillas. De ahí la pregunta que el metrosexual presidente del Barça le lanzó al periodista José María García Hoz, atónito testigo de lo que allí estaba aconteciendo, cuando éste pasó por su lado: "¿Qué pasa?... ¿Te has excitado?"
Yo creo que todo se ha malinterpretado y se ha sacado de contexto porque su pregunta no era en absoluto homófoba, ni cínica, ni prepotente, ni buscaba tampoco dejar en evidencia a García-Hoz, sino que era una pregunta descarnadamente sincera. En un mundo tan insensible como éste uno ya no puede sincerarse sin que se lo tomen a chanza. Laporta, que ya ha cumplido los cuarenta, quería saber de verdad si su cuerpo serrano aún seguía motivando al personal, si su carne culé seguía prieta y continuaba provocando aquellos vítores de antaño cuando soñaba en convertirse en el nuevo Agustí Montal. Y yo me pregunto: ¿acaso cuesta tanto contentar a Laporta? ¿Por qué García Hoz no le respondió que sí, que le excitaba un montón... churri?