El "show" de José María Odriozola me recordó mucho al protagonizado en su día por José Antonio Camacho cuando, a comienzos de la pasada temporada, puso a los pies de los caballos a sus futbolistas presentando la dimisión como entrenador del Real Madrid. Luego vino Mariano García Remón y el juego del equipo mejoró ligerísimamente, y tras la llegada de Vanderlei Luxemburgo, de quien sigo pensando que no es entrenador para ese club, el equipo acabó segundo en la Liga tras el Barcelona. Estaba claro que con Camacho el Real habría terminado décimo, pero con Luxemburgo aquellos mismos jugadores (con la única incorporación de Gravesen) experimentaron una mejoría evidente. Es curioso: Camacho se largó con viento fresco dando a entender que a aquella plantilla no habría entrenador que la domara; luego acabaron segundos de la Liga y ahora Camacho no tiene equipo y se dedica a anunciar campos de golf. ¿Quién sobraba?
Pero al menos Camacho tuvo la decencia de marcharse. Odriozola no, Odriozola sigue, Odriozola continúa inasequible al desaliento. Y no es que lleve sólo dos o tres añitos en el puesto, no, qué va. Llegó en 1989, sustituyendo en el cargo a Juan Manuel de Hoz, otro "diplodocus" de nuestro deporte. Pero Odriozola ha dejado a De Hoz a la altura del betún en cuanto a su resistencia en el cargo. De Hoz corrió una carrera de 5.000 mientras que la especialidad de Odriozola es la maratón. No en vano el próximo mes de enero cumplirá dieciséis años como presidente de la federación española de atletismo. ¡Dieciséis, par y falta!... José María Odriozola es ya el presidente con más tiempo de ejercicio en el cargo. Habrá quien, con toda la razón del mundo, esgrima que este caballero ganó las elecciones limpiamente en las urnas. Y no seré yo quien encuentre flancos débiles contra un argumento tan sólido como ese salvo, naturalmente, el de la "estética democrática". Es posible que Odriozola pudiera seguir en el puesto hasta que cumpliera los noventa y cinco años, (ahora tiene sesenta y seis) pero tendría que ser él mismo quien decidiera dejar paso a otros dirigentes, nuevas caras, nuevos estilos, formas nuevas de hacer las cosas. Es "ley de vida", ¿o no?...
Tras la decepción protagonizada por nuestros atletas en los Campeonatos del Mundo de Helsinki, Odriozola ha hecho exactamente lo mismo que hacen los malos entrenadores. David Canal le dio verguenza y Manuel Olmedo montó el numerito en los 800 y, "cuando vio que no iba", sencillamente se paró. Son conocidas también las desavenencias entre Paquillo Fernández y la Federación a propósito del "affaire Korzeniowski". Es posible que los atletas africanos estén hambrientos, como ha dicho el propio José María Odriozola. Es tan posible eso como resulta igualmente factible que los presidentes de federaciones africanas también lo estén. Desconozco cómo pretenderá dirigir Odriozola una federación española de atletismo en contra de los atletas españoles, él sabrá. Lo que yo sí sé es que, después de dieciséis años sentando en un mismo sillón, uno se acartona y termina apolillándose. Ya verán como el siguiente paso es que José María Odriozola acabe diciendo eso de "¡el atletismo español soy yo!"... Falta poco.