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Jorge Vilches

Silencio, se negocia

El Gobierno habla con los terroristas sobre el alcance del Estado de Derecho, la ordenación territorial de España y el significado de la soberanía nacional, pero es mejor guardar silencio. ¡Chitón!... que están negociando

Zapatero no aclara en qué situación está la negociación con ETA, o el “proceso de paz”. No ha ido al Congreso de los Diputados, ni se ha reunido con el líder de la oposición. La consecuencia es que la sociedad española se mueve entre rumores, temores y advertencias etarras en Gara. ¿Y qué hacen los diputados, los representantes de la nación? Pues recomendar “silencio”, “discreción” y “poco ruido”. Vamos, como si se tratara de su plan de pensiones.

Sólo el silencio, dicen, puede beneficiar el “proceso de paz”. La democracia deliberativa, esa que el Presidente enraizaba en la relación directa entre el que gobierna y la ciudadanía, un sistema interactivo, casi como una comuna roussoniana, ha quedado en “el silencio”. Porque el buen político es el que discrimina los momentos: ahora “discreción”, ahora “pedagogía”. Y es que el pueblo, hay que entenderlo, se puede convertir en irrefrenable turbamulta si se le rinden cuentas.

El político responsable calla, por lo que el ciudadano, en correspondencia, debe desear la ignorancia. Es mejor no saber. Se trata de esperar sin chistar el resultado; pues si conociéramos esas cosas que “nos helarían la sangre” podríamos condicionar el proceso con esa manía, tan extraña como perniciosa, que es la libertad de expresión.

Pero dan ganas de preguntar cómo va el proceso, y saber si se pactará el ejercicio del “derecho de autodeterminación”, aunque sea con otro nombre; o si excarcelarán a los presos etarras; o si se invitará a Navarra a formar parte de la Gran Euskalherría; o si se legalizará Batasuna; o si hay dos ETAs, una dura, irreductible, que sirve de coartada a la otra, la aparentemente moderada; o si es cierto que llevan cinco años hablando los socialistas y los batasunos, al tiempo que los primeros firmaban el Pacto Antiterrorista. Quizá sea porque el saber ocupa lugar electoral.

Los gobiernos ocultan información, siempre lo han hecho. El problema surge cuando queda tan al descubierto, en carne viva, la distancia entre el discurso y la acción. No había ninguna necesidad real de convertir en bandera del Gobierno socialista la “transparencia democrática”, la “deliberativa”, y luego clamar por “el silencio”. Y es que el gran error del PSOE es no haber conseguido que el PP se sumara a los trabajos para el fin del terrorismo. No se vería entonces el proceso como una maniobra del gobierno Zapatero para ganar una baza electoral. Además, administraría mejor los tiempos, aguantaría la locuacidad inoportuna de Gara, no dividiría a la sociedad española, y afrontaría la negociación con más seguridad. Pero claro, los compromisos serían otros.

No es buena señal que un Ejecutivo pida a los medios de comunicación y a los grupos parlamentarios que callen y mantengan a la ciudadanía en la ignorancia. El Gobierno habla con los terroristas sobre el alcance del Estado de Derecho, la ordenación territorial de España y el significado de la soberanía nacional, pero es mejor guardar silencio. ¡Chitón!... que están negociando.

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