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Ricardo Medina Macías

La virtud social de maximizar beneficios

El santo y seña de estas posturas es condenar o, al menos, ver con profunda desconfianza, la maximización de beneficios. Lo cual, en el fondo, es como preferir –por supuestas razones morales– un mal café "hecho con amor" a un buen café hecho por interés.

Maximizar beneficios cumple una función social de primer orden para el bien colectivo. Permite, en mercados en libre competencia, la asignación más eficiente de recursos escasos.

Con frecuencia se supone que a la economía de libre mercado debe corregirse para evitar iniquidades y atenuar las desigualdades sociales. En este contexto surgen versiones atenuadas de la economía de libre mercado, como si la búsqueda de la maximización de los beneficios en una empresa fuese un feo vicio moral –avaricia, probablemente– que debe enmendarse con valores igualmente morales: compasión por el más débil, solidaridad, preponderancia de lo social sobre lo individual.

En la historia política estas enmiendas llenas de buenas intenciones al descarnado y egoísta "individualismo" han generado una variedad de posturas "ideológicas" intermedias entre el socialismo marxista y el capitalismo liberal, terceras vías, modelos "humanistas" y "compasivos", que navegan entre la ambigüedad y la mala conciencia.

El santo y seña de estas posturas es condenar o, al menos, ver con profunda desconfianza, la maximización de beneficios. Lo cual, en el fondo, es como preferir –por supuestas razones morales– un mal café "hecho con amor" a un buen café hecho por interés. Es, para seguir con los ejemplos, como oponerse a que se utilice el correo electrónico para no dejar sin trabajo al mensajero de la oficina. Es, en fin, castigar la productividad y lo que ella significa: hacer más con menos recursos, hacer mejores cosas que antes con los mismos o con menos recursos, lograr hacer las cosas bien al primer intento.

Dada la escasez –hecho inexorable de nuestra vida en la tierra–, no buscar la maximización de beneficios, el mayor bien con los menores recursos posibles, significa promover de una u otra forma el desperdicio y, por ende, la pobreza.

¿Por qué digo que detrás de esta afición a la "moral social" hay una mala conciencia? Porque desde que las ideologías expropiaron y anularon las virtudes personales para entregarle al Estado y a los gobiernos el monopolio de lo bueno, pareciera que cierta nostalgia nos lleva a buscar en el etéreo e impersonal "colectivo" (por ejemplo, el Estado, el Partido, la Sociedad Civil) las virtudes olvidadas.

En Libre Mercado

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