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La profundidad teórica de los "indignados" de Sol: "Vivimos porque somos seres vivos"

El manifiesto del grupo de medio ambiente de los indignados pasará a la historia de la teoría política: "Vivimos porque somos seres vivos", dicen.

El grupo de medio ambiente de la acampada de indignados de Sol ha lanzado esta semana un manifiesto sobre su especialidad en el que encadena una serie de rotundas afirmaciones que, sin duda, pasarán a la historia de la ciencia política.

La primera la encontramos ya en el título de tan ejemplar texto, puede que ustedes no lo sepan, pero la "spanishrevolution" del 15M está aquí para decírnoslo: "Respiramos aire, bebemos agua, comemos alimentos".

Cuando el lector se haya recuperado de la sorpresa que sin duda le producirá esta frase, si es que llega a recuperarse dado el calado de la noticia, se tendrá que enfrentar a una segunda frase con un nivel similar de enjundia: "Vivimos porque somos seres vivos". Cartesianismo puro, sin duda.

A partir de ahí el texto se desliza por las peligrosas pendientes de un maltusianismo trasnochado y las profundidades teóricas de la película Avatar: "Por encima y por debajo de todo, somos naturaleza. Sin embargo, lo hemos olvidado. Hemos querido separarnos de ella".

La lírica que supura el texto alcanza en algunos momentos un tono más cercano a lo cómico que al dramatismo que aparentemente se busca: "Hemos creado nuestras cúpulas de aislamiento, llamadas ciudades, y las hemos abastecido de energía, de alimentos y de materias primas, a través de canales que generan miseria, polución...".

Las heridas infligidas por el malvado ser humano sobre la tierra son de consideración: "Hemos esclavizado a los animales a nuestro servicio y (...) hemos impreso nuestra huella egoísta y desconsiderada en cada esquina del planeta". La Pachamama, a la que sorprendentemente no se cita en el manifiesto, debe estar desolada.

Los ecologistas indignados se muestran preocupados porque cada vez más seres humanos alcancen un cierto bienestar económico: "Crecemos. Sin pausa. Queremos ser infinitos en un mundo finito y eso no es posible", dicen en un párrafo de alambicado y no demasiado afortunado desde el punto de vista de la redacción.

¿Soluciones? En la línea habitual de todo el movimiento más que soluciones los redactores de este manifiesto ofrecen una serie de deseos y peticiones, eso sí, teñidas del totalitarismo verde del ecologismo radical: "La solución no pasa por hacer más limpio el modelo de vida actual [está claro que no apuestan por la limpieza]. La solución pasa por integrarnos. Creemos en la autorregulación de la naturaleza", afirman.

Apuestan los indignados porque vivamos "como parte de los ecosistemas", pero tampoco explican si esto consistiría en una vuelta a la selva, en correr desnudos por los bosques o en volver a los hábitos de cazadores – recolectores de los primeros grupos de homínidos.

Finalmente, el texto termina con otra frase para la historia: "La revolución será verde, o no habrá donde hacerla". Toda una declaración de intenciones revolucionarias que nos recuerda que, como bien dicen muchos, el ecologismo de hoy en día se parece mucho a una sandía: debajo de la capa exterior verde está siempre la sustancia... roja.

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