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La sopa de una abuela catalana se convierte en una de las más curativas del mundo

La receta de Angeleta Farré ha sido incluida en una lista de las 12 sopas más curativas del mundo elaborada en Estados Unidos.

La receta de Angeleta Farré ha sido incluida en una lista de las 12 sopas más curativas del mundo elaborada en Estados Unidos.
Angeleta Farré haciendo su sopa. | Redes sociales Casa Leonardo

Angeleta Farré, vecina de la pequeña localidad de Avellanos, en el El Pallars Jussá (Lérida), nunca imaginó que su tradicional sopa de farigola acabaría conquistando paladares más allá de las fronteras catalanas. La receta, incluida recientemente por NPR entre las 12 sopas más curativas del mundo, ha traspasado el ámbito local y se ha convertido en un fenómeno en redes sociales.

Todo comenzó en Casa Leonardo, un alojamiento rural de la Vall Fosca, donde se grabó un vídeo en el que Farré mostraba cómo preparar esta sopa. La publicación en Instagram superó los 35.000 "me gusta" y recibió más de 1.200 comentarios. La sencillez de los ingredientes y la tradición que hay tras cada cucharada han captado la atención de miles de usuarios.

Una receta sencilla con ingredientes de siempre

Para preparar la sopa de farigola se necesita poco: un litro de agua o caldo de verduras, dos o tres ramas de tomillo fresco o seco, dos dientes de ajo, dos rebanadas de pan seco, una cucharada de aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta al gusto. Opcionalmente, se puede añadir un huevo para enriquecer la receta.

La preparación es igual de sencilla: primero se doran los dientes de ajo en aceite de oliva. Luego, se añade el tomillo y se vierte el agua o caldo, dejando hervir durante unos 10-15 minutos. Tras retirar el tomillo, se incorpora el pan seco para que se empape bien, desmenuzándolo si se prefiere una textura más espesa. Si se desea añadir huevo, este se bate y se incorpora lentamente mientras se remueve. Se rectifica de sal y pimienta, y se sirve caliente con un chorrito de aceite de oliva.

Un sabor que nace de la tierra

El secreto del éxito de esta sopa está en el entorno donde se cultiva su ingrediente principal. La Vall Fosca es conocida por su biodiversidad y la abundancia de hierbas aromáticas y medicinales. El tomillo que crece en esta región tiene un aroma y unas propiedades singulares que dotan al plato de su característico sabor y de sus propiedades digestivas y antibacterianas.

Cristina Lanau, hija de Angeleta, recuerda cómo esta sopa formó parte de su infancia: "Cuando era pequeña, mi madre siempre me hacía sopa de timonets o agua de farigola porque tenía muchos resfriados y bronquitis. Y con este plato me curaba", declaró a La Vanguardia.

Para Angeleta Farré, esta sopa no es solo un remedio casero, sino un legado culinario que ha pasado de generación en generación. "Es una sopa que siempre hemos hecho en casa. Tiene muchas propiedades y es buena para todo", asegura al medio citado. Una tradición que, gracias a su sabor y autenticidad, sigue reconfortando y sanando a quienes la prueban.

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