
Cada dos años, el 31 de agosto, la localidad oscense de Aínsa se convierte en escenario de La Morisma, una de las celebraciones más singulares del panorama festivo español. Esta representación popular reúne a más de 400 vecinos en una obra teatral que recrea una histórica batalla entre cristianos y musulmanes, combinando leyenda, tradición y patrimonio en un espectáculo único.
La recreación de La Morisma tiene lugar en el entorno monumental de la Villa de Aínsa, una localidad vinculada históricamente al antiguo condado de Sobrarbe. Más de 50 protagonistas y cientos de figurantes participan en este evento que simboliza el sentimiento de comunidad, la identidad local y la transmisión oral de la cultura popular.
Siglos de tradición
La particularidad de La Morisma radica en que es una obra de teatro representada por los propios habitantes de Aínsa. A diferencia de los tradicionales desfiles de moros y cristianos que se celebran en otras partes de España, en Aínsa se pone en escena un relato con raíces legendarias, heredado de generación en generación y con fuerte implicación vecinal.
Desde hace siglos, las familias del municipio han asumido los mismos papeles en esta representación, transmitiéndolos de padres a hijos y manteniendo viva la esencia de la fiesta. Hoy, el espectáculo sigue siendo un ejemplo de patrimonio inmaterial que refuerza la cohesión del pueblo y su vínculo con la historia.
Fiesta viva y en evolución
Aunque la base del relato se mantiene fiel a la leyenda original, La Morisma también evoluciona. A lo largo del tiempo, se han incorporado pequeños guiños contemporáneos dentro de los diálogos y escenas, lo que permite conectar el pasado con la realidad cotidiana de los vecinos. Esta flexibilidad creativa da lugar a una representación dinámica, abierta a la interpretación colectiva.
La integración de la mujer en los papeles principales es otro de los aspectos en los que la fiesta ha ido avanzando. Aunque tradicionalmente los papeles femeninos eran escasos y representados por hombres, hoy en día son varias las mujeres que asumen roles destacados en la trama, en un proceso de renovación que sigue en marcha.
Arraigo legendario
La leyenda de La Morisma se sitúa en el siglo VIII, en el contexto de la lucha por el dominio del norte peninsular durante los primeros compases de la Reconquista. Según el relato, en plena batalla apareció una cruz luminosa sobre una encina, que inspiró el valor de las tropas cristianas para vencer a las fuerzas sarracenas. De ese episodio simbólico surgiría el emblema de Aínsa: una carrasca coronada por una cruz roja, conocida como el "árbol Sobrarbe".
Este símbolo se conserva en el templete conocido como "La cruz cubierta", situado en la parte alta del casco antiguo. Se trata de una estructura circular decorada con esculturas que representan la carrasca y la cruz, en honor al supuesto lugar donde tuvo lugar la batalla. Este espacio sigue siendo un punto emblemático que recuerda el origen mítico de la victoria cristiana.
Mercadillo medieval
La Morisma está considerada una fiesta de interés regional por su valor cultural, histórico y social. Además del impacto emocional de la representación, el evento se complementa con un mercadillo medieval, animación en las calles y un ambiente festivo que envuelve al visitante desde el primer momento.
Vecinos convertidos en actores por un día, versos que mezclan historia y ficción, y una atmósfera cargada de simbolismo convierten La Morisma en una experiencia única en el calendario festivo aragonés. Aínsa se reafirma así como un referente en la conservación de las tradiciones populares, proyectando al exterior una de sus manifestaciones culturales más arraigadas.

